El pasado 9 de junio el Numancia sorprendió a un Zaragoza lanzado en la Romareda y se clasificó para la última ronda del play-off de ascenso. Un club inesperado en esa situación y en el que sus dos máximos referentes eran su mediocentro, Iñigo Pérez, y su entrenador, Jagoba Arrasate. Tras perder en su último obstáculo ante el Valladolid, maestro y discípulo se marcharon de la mano a otro destino. A un gigante dormido que a largo plazo podría ofrecerles más recursos y posibilidades de volver a vivir una situación similar. Osasuna encara su segunda temporada en la Liga 123 con el mismo problema que le lastró durante toda la pasada. Y ni Iñigo Pérez, ni Arrasate han logrado solucionarlo. Me refiero sin duda, a la falta de gol.
5 goles a favor en 7 partidos
El Club Atlético Osasuna solo ha visto portería en 3 de los 7 partidos que se han jugado en este inicio en Segunda División. Desde luego tiene un problema ahí que viene desde hace mucho tiempo, porque la temporada pasada el equipo navarro ya acusó esa falta de anotación. 44 goles en 42 partidos, un bagaje algo escaso para un equipo que rozó el play-off de ascenso, y es que solo un punto le separó de jugar dicha fase. Números muy lejanos a los de Valladolid (69), Sporting (60) o el propio Real Zaragoza (57), que estuvieron ligeramente por encima en puntos. Ahí es donde radicó la diferencia en la pasada Liga y es donde ahora también muestra un déficit. De momento David, Xisco y Thomas, los hombres elegidos para marcar la diferencia en el área contraria, llevan un bagaje de 0 goles cada uno. A eso se le une la pérdida de Quique González, titular habitual la campaña pasada y que en esta lleva 6 goles con el Deportivo de la Coruña. A raíz de este último ejemplo, uno puede pensar que el problema no es solo de gol, sino también de juego, puesto que Quique solo marcó 4 goles durante los 42 partidos que jugó en la 2017-2018.
Debido a esta falta de solvencia ofensiva, la virtud principal de Osasuna radica en su defensa. Anota pocos goles, pero también le anotan pocos. Sus encuentros suelen ser tendentes a que ocurran pocas cosas, a partidos de corto marcador, en los que al equipo navarro le gusta tener la situación del juego controlada. Para ello tiene un buen centro del campo con la figura del ya citado Iñigo Pérez, que la temporada pasada fue uno de los mejores centrocampistas de toda la categoría. A eso se añade un Rubén García siempre punzante desde la media punta que además suma dos goles. Esa conexión, a la espera de la recuperación de una buena versión de Fran Mérida, son los ases de la baraja de un Osasuna que no renunciará al balón en la Romareda. Aunque vista la dinámica reciente, parece que dejarle la posesión a los de Idiákez y buscar los contragolpes rápidos es la receta más adecuada para dañar a los aragoneses. Otra de las cartas maestras del conjunto de Arrasate reside en los laterales. El ex valencianista Nacho Vidal por la derecha y el afianzado Carlos Clerc por la izquierda aportan mucha salida y profundidad al equipo por los costados.
Los precedentes de este partido de alta tensión son buenos para el Real Zaragoza. Un empate y una victoria en el Sadar. Sin embargo, lo cierto es que los navarros no merecieron perder ninguno de los dos partidos de la temporada pasada. En la primera vuelta fueron capaces de dominar durante toda la segunda parte en la Romareda. Mientras que en la segunda vuelta fueron bastante superiores, pero la puntería ofensiva del conjunto de Natxo González y la salvadora actuación de Cristián Álvarez dieron los 3 puntos al Real Zaragoza.
Dos equipos cuyas aspiraciones son las de volver a corto plazo a Primera y recuperar lo que ellos consideran que es el lugar en el que deben estar. De momento, como tantos otros equipos de la categoría tendrán que seguir conformándose con pronunciar la famosa frase de “Es un partido de Primera”.