ZARAGOZA | El Real Zaragoza empató ante el Albacete y alcanza una frontera peligrosa: cinco jornadas sin triunfos. Lo tuvo en su mano y en las del rival, en una victoria que le negó el VAR y también sus propios bloqueos. Mejor en la primera mitad que en la segunda, su asedio final se quedó sin premios. El desenlace de la jornada sitúa al Zaragoza ya en la zona de descenso. Tres veces ha jugado en El Estadio Modular, en tardes y noches hechas para conocer al viento. En ellas sigue sin contar victorias ni alegrías en los descuentos. Expresa más de lo mismo, en todos los sentidos del término.
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Adrián Rodríguez (6): Cerró el partido sin que el Albacete le exigiera demasiado. Alcanzó por fin su primera portería a cero, pero su reto perdió valor sin una victoria. Evitó algunas situaciones de peligro con salidas valientes, oportunas y acertadas. No hubo paradas en su partido ni tampoco hay motivos para cambiarle.
Francho Serrano (5): Bregó, recorrió el carril y llenó el partido de esfuerzo. Lo intentó mucho pero consiguió poco. En el momento de la verdad, le faltó finura y destreza técnica. Suyas fueron las dos mejores ocasiones de las recta final, pero le comieron las prisas y eligió mal la superficie de golpeo.
Pablo Insua (7): Listo, conoce todos los secretos de su oficio. Acorta las carreras y, sin ser rápido, llega siempre a tiempo. Anuló primero a Escriche y después a Antonio Puertas. Parece lo que el Zaragoza no encontró en los últimos mercados: un central fiable.
Yussif Saidu (6´5): Midió peor que en sus dos primeros encuentros. Como su calidad física le hace llegar a todos los lugares, a veces se relaja en acciones sencillas. Como si le restara gravedad al partido o no tuviera percepción del riesgo. Después, recobró la concentración y volvió a ser un ganador total de duelos. Mostró contundencia y el VAR anuló un gol que él ya había empezado a cantar.
Carlos Pomares (4): En la primera mitad, el grueso de sus acciones fueron fallidas. Mal en la elección, superado en los duelos y con poca sensibilidad para los pases. Si se rehízo en algún punto fue justo antes de ser cambiado. Dejó un pase clave para Pau Sans, pero también una estela de dudas sobre su juego.
Paul Akouokou (8): Es un jugador de una condición especial, un futbolista de otra categoría. Su primera mitad fue sobresaliente, casi perfecta. Midió los tiempos, olfateó el robo y gobernó el partido en cada duelo. Le dio el toque necesario a cada jugada, sin lujos, pero con una eficacia depurada, casi ergonómica. Se cargó con una tarjeta que le hizo contenerse en la segunda mitad. En el tramo final, le fallaron las piernas, pero nunca firmó su retirada. Además de ser un coche escoba, en dos partidos ha demostrado que puede ser también el centinela de este Zaragoza.
Raúl Guti (7´5): Firmó su mejor encuentro en este inicio de curso. Se asoció en corto y en largo, protegió la posesión y supo jugar en el balcón del área. La lástima es que su partido acabó antes de tiempo, en una parte que duró 50 minutos. Unas molestias en la rodilla le impidieron volver a jugar en la segunda mitad. Hasta entonces su partido había sido estadísticamente perfecto. 35/35 en pases y un dominio mayoritario de los duelos. Sin su aportación, su equipo fue mucho menos. Y él está empezando a ir a más.
Paulino de la Fuente (5): Tan atrevido como anárquico, salió de la banda en busca de los focos. Trazó diagonales, combinó por dentro, pero le faltó incidencia en los metros definitivos. No acertó en boca de gol y su disparo de falta pareció tímido, aunque no se fuera por mucho. Valery no llegó al partido para mejorar el suyo.
Sebas Moyano (4): Le cosen a patadas y a él le falta continuidad en el juego, un cierre para sus intentos. Estuvo en el germen de un penalti que el arbitro pitó y el VAR quiso revisar. Ahí, en una sola jugada, probó que es un futbolista de espacio reducido, un talento bonito de ver en las repeticiones. Le falta serlo en el global de los partidos y no solo en acciones puntuales, demasiado concretas. De momento, su fútbol es más prometedor que determinante.
Kenan Kodro (6): Mostró sus recursos en el juego colectivo y dejó grandes detalles, entre ellos un giro y un caño que sí merecen revisarse. Sus toques, finos y elegantes, sirvieron para limpiar la jugada. Mejoró el paisaje para los demás, pero le costó pensar en sí mismo. También conquistar las zonas de remate. Acabó desfondado y aplazó para otra noche su cita con los goles.
Dani Gómez (6): Errático en el cierre, fue el mejor atajo del Real Zaragoza en el camino hacia las ocasiones. Se midió con Vallejo en un duelo que el central acabó ganando. Listo, le entregó siempre el perfil izquierdo y Gómez se confundió entre el remate y los pases. Pese a ser el origen de las oportunidades, no supo abrochar sus mil y uno intentos. Veloz y en plena forma, en el tramo final pareció precipitado, trabado por unos pies que a veces quieren muchas cosas.
Cambios del Real Zaragoza
Keidi Bare (4): Se le vio falto de ritmo, ahogado en los esfuerzos y sin esa intuición que siempre guió sus recuperaciones. Con su entrada, el Zaragoza perdió el balón y Bare no pudo recoger el testigo que había dejado Guti.
Valery Fernández (3): No está bien. Lo intuye su marcador, él también lo sabe y su juego no puede ocultarlo. Valery evita el emparejamiento y se protege en la carrera hacia dentro, donde el duelo es menos duelo. Tiene tanta potencia, calidad y condiciones que se fue en su único intento sobre el carril. Su servicio era interesante, pero no hubo remate para su centro. Ni más huellas en su partido.
Mario Soberón (3): Mostró más voluntad que en su último encuentro, pero se le ve mustio y cabizbajo. Sigue ocupando espacios que no le corresponden, a un mundo del área. Desde ese lugar no puede intuir los rechaces ni acercarse a los goles.
Pau Sans (5): Alteró, con más intención que acierto. No eligió bien en algunos toques claves y su revolución se quedó a medias. Ganó la profundidad y dio un pase de gol, que Francho malgastó con su exterior.
Juan Sebastián (SC): No entró bien al partido, ubicado en un perfil que no es ni mucho menos su lugar. Con el partido ya avanzado, puede tener más confianza y mostrar todos sus recursos. Cuando buscó el centro, no estuvo acertado en los golpeos.
Entrenador:
Gabi Fernández (4): Su Zaragoza alcanzó la frontera de los cinco encuentros sin vencer. Ante el Albacete debió ganar, especialmente tras haber tenido a su rival arrodillado, a merced en el tramo que precedió al descanso. El arbitraje le perjudicó con dos decisiones inexplicables, pero a él le faltó tacto para darle continuidad al ritmo de sus canciones y recursos para agitar el partido. No hubo aciertos en su dirección de campo y sí un embudo y un pase atrás constante. El ritmo del encuentro, el ejercicio defensivo del Albacete y sus propias decisiones apagaron la luz del Zaragoza. Tampoco se entendió que prescindiera de Samed Bazdar, en un partido que estaba para un destello. Él confió en los suyos o en los que ya estaban. Creyó en el más de lo mismo y repitió algo que ya había dicho: «no nos da para vencer».