ZARAGOZA | Hasta la fecha, el Real Zaragoza es el único equipo en LaLiga Hypermotion que cuenta sus partidos por victorias con su particular 3 de 3. Sin duda, esto no es casualidad. Y la mejor noticia no es solo esa, sino que además lo ha hecho en diferentes escenarios, demostrando ser un equipo camaleónico capaz de superar cualquier adversidad y adaptarse a cualquier guión y/o circunstancia. Ha ganado como local y como visitante. Con 4-4-2 en rombo y con el 4-4-2 tradicional. Llevando el peso y las ocasiones del encuentro y siendo dominado a la espera de sus oportunidades.
Esta última jornada, además de vencer a un gran rival y salir airoso de un campo muy complicado, fue una demostración de que, como dijo Fran Escribá, esta plantilla tiene mucha calidad y muchas alternativas. En La Romareda se vio a un Real Zaragoza más dominador, sintiéndose cómodo llevando el peso del partido y generando ocasiones. Pero este sábado la cosa fue diferente. Fue una victoria de oficio, de picar piedra, de achicar agua y de saber cuándo morder. Y este nuevo Real Zaragoza también supo responder.
Con un Alejandro Francés renacido y con un Jair Amador incontestable -y el siempre decisivo Cristian Álvarez-, el equipo comenzó a trabajar el triunfo. Un triunfo que desveló las claves de la categoría: la seguridad defensiva y los pequeños detalles decantaron la balanza. El gol llegó a balón parado y el equipo tuvo esa pizca de suerte que años atrás siempre le había faltado. Además, supo jugar con los nervios del rival. Consiguió que un Ángel Rodríguez pasado de revoluciones se autoexpulsase cuando más tenían que apretar los locales. También acertó desde el banquillo, con un Escribá que supo acertar en los cambios.
El valenciano, avisado por el peligro y la calidad en los costados chicharreros, decidió cambiar a hombres importantes como Toni Moya y Maikel Mesa para cambiar a un 4-4-2 con bandas para frenar la sangría y ser más competitivos. No solo acertó con el cambio de sistema, sino también con los hombres y los tiempos. Germán Valera, Mollejo y Jaume Grau dotaron al equipo de la intensidad necesaria para que no se escaparan los tres puntos, mientras que Bermejo consiguió dar la asistencia.
Por tanto, este Real Zaragoza debe permanecer ajeno al ruido de fuera y seguir inmerso en esta dinámica ganadora, fruto del trabajo y de la competitividad, que le ha encumbrado a lo más alto de la tabla y le ha convertido en uno de los equipos a tener en cuenta de la competición.