ZARAGOZA| La operación salida del Real Zaragoza está cogiendo forma y ajustándose a los siempre imprevisibles tiempos del mercado. Pese a que el propio jugador se anticipó a los acontecimientos con un comunicado de despedida, el Real Zaragoza ha hecho oficial la salida de uno de los suyos, de Adrián Liso. El canterano pone rumbo al Getafe tras 53 encuentros en los que ha anotado seis tantos y ha repartido un total de dos asistencias.
El ‘33’, prematuro en muchos de sus movimientos, continuará su desarrollo futbolístico en Primera División. Lo hará tras cuajar una temporada descrita a través de una escala de grises. Un año marcado por el miedo a mirar hacia delante, por el abucheo puntual de los suyos. Como si un ente extraño impidiese su avance, Liso se volvió vulnerable en diferentes tramos. En muchos momentos, dejó de ser aquel futbolista nacido en la Ciudad Deportiva y bautizado en la banda derecha de El Alcoraz, aquel joven impredecible. Vivió la cara oscura del fútbol, pero nunca dejó de intentarlo, siempre impulsado por el amor hacia el escudo.
La marcha del extremo se explica a través de una cesión. Vinculado con el club azulón desde el verano pasado, Adrián Liso tendrá la oportunidad de volver a brillar en un contexto casi antagónico, en una categoría más técnica que física, en un plano favorecedor para él y sus virtudes. Con tan solo 20 años, su carrera no está siendo precisamente orgánica. El extremo, gracias a su indudable técnica y potencia en metros finales, ha sorteado ciertas etapas formativas, llegando a la máxima categoría siendo todavía un diamante por pulir.