ZARAGOZA | El Real Zaragoza mostró ante el Cartagena que los triunfos pueden ser corales en el más amplio sentido de la palabra. En un partido lleno de intentos, Gabi Fernández encontró la solución a través de dos secundarios. Alberto Marí y Dani Gómez cambiaron el partido con sus goles, reivindicando el lugar del grupo, el papel de dos revulsivos y dos futbolistas de área. Con 38 centros en el encuentro, el Real Zaragoza necesitó precisamente eso: dos delanteros que pudieran ocupar los espacios de remate.
En un partido que el Real Zaragoza resolvió a través de la fe y de la insistencia, los goles de Marí y Gómez demuestran que el fútbol siempre ofrece una nueva oportunidad, una revancha perpetua. Más visible parece el caso de Alberto Marí, que ofreció con su empate un perdón a la grada: “Era un gol que le debía a la afición”; resumió al acabar el encuentro. Lejos de los registros y de sí mismo, Marí ha sumado solo dos tantos en Liga y tres en toda la temporada. Un intangible define además su paso por La Romareda: sus mejores actuaciones llegaron cuando el Zaragoza atacaba a la desesperada, cuando el partido parecía perdido. El ejemplo de Granada es revelador, también el gol que cazó ante el Cartagena.
Dani Gómez y Alberto Marí, una vida extra
Marí encontró en el rechace y en el toque de corneta la oportunidad que buscaba. Sin ese tanto no hubiera llegado el triunfo en un día señaladao. Tampoco el éxtasis del minuto 97. En ese punto, cuando La Romareda entraba en pleno estado de trance, Dani Gómez provocó escenas imborrables. Francho Serrano pulsó el botón del centro y el delantero midió los tiempos del gol, los pasos del remate. El resto es historia: una celebración en masa, una liberación colectiva. Entre los fotogramas se incluyen mil relatos y también una curiosidad. Dani Gómez no solo dibujó un helicóptero con su camiseta, también pidió perdón a la grada.
El camino de Dani Gómez en La Romareda ha dibujado claroscuros. Le favoreció la primera impresión, los dos goles que consiguió en sus primeros pasos. Poco después, perdió protagonismo y lucidez en la temporada. Tras el duelo ante el Córdoba y el Racing de Santander, no contó para Gabi en el triunfo ante el Mirandés. También se quedó sin vestir ante el Levante y jugó objetivamente mal frente a SD Huesca y Racing de Ferrol. Gómez esperó su ocasión y una de esas oportunidades que solo da el fútbol. Se la encontró en uno de los descuentos más mágicos de su carrera, en un cabezazo ideal, académico, perfecto. Un futbolista acostumbrado a tolerar mal las suplencias, ha entendido a través de Gabi que puede ser importante en las segundas partes, un recurso ideal en los minutos de la verdad.
Marcó Alberto Marí y le siguió Dani Gómez, en dos movimientos que nadie hubiera previsto. En dos secuencias que reivindican también la gestión del vestuario de Gabi Fernández y la unidad de la plantilla. Cuando el Cartagena construía su barrera, el banquillo sirvió para ganar tres puntos que parecían perdidos. Ahí aparecieron Marí y Gómez, dispuestos a mostrar que el fútbol siempre ofrece una vida extra, sobre todo para aquellos que saben esperar su oportunidad. En un partido hecho de agonía y sufrimiento, el Zaragoza respiró a partir de dos futbolistas de área y dos actores de reparto.