La columna vertebral del Real Zaragoza se rompió en Miranda de Ebro y las actuaciones reivindicativas que arrastraban Lluís López, Manu Molina o Víctor Mollejo del último día en La Romareda no tuvieron continuidad. Lejos de ser un punto de inflexión sobre el que sostener su crecimiento dentro de la plantilla, los tres jugadores vuelven a estar sobre el disparadero y son las posiciones que más abiertas quedan para el encuentro del próximo lunes ante la SD Éibar.
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De cal y arena
El plan ofensivo ‘jabato’ superó de principio a fin a un Real Zaragoza que recibió veinte remates a lo largo de los 90 minutos y, por segunda vez en lo que va de curso, disparó menos que su rival. Con Francés todavía evolucionando en su proceso de recuperación, Jairo Quinteros es la única amenaza que puede considerar Lluís López, gran señalado en el primer gol local pese al error en cadena que se produjo.
El ‘24’ blanquillo volvió a mostrarse poco contundente y la salida de balón fue sucia durante todo el choque, potenciada por la posición tan retrasada que tomaron Jaume Grau y Manu Molina. El conjunto aragonés se descompuso con la sustitución del valenciano, a pesar de no cuajar su mejor partido, y el ex de la UD Ibiza volvió a ser ese jugador intrascendente y poco preciso en la zona de creación. Cuando todo parecía indicar que sería él el elemento diferencial en construcción, no está siendo así.
Giuliano Simeone fue, un día más, el argumento atacante más provechoso del Real Zaragoza. Sin tener a los socios activados, ocasionó varias jugadas de peligro y forzó la amarilla de Raúl Navas. Con Vada impasible y Bermejo intermitente, Mollejo naufragó de nuevo. Ni rastro del jugador desequilibrante, vertiginoso y vertical del Deportivo de la Coruña. En el que posiblemente sea el puesto con más alternativas de peso, la recuperación de Iván Azón o el as en la manga de Gueye incrementan las opciones para Carcedo.