Todo aficionado del Huesca atesora una pequeña antología emocional. Partidos, futbolistas, goles, jugadas, decepciones y glorias salpicadas de azul y grana. Pequeños seguidores boquiabiertos cuando sus padres les trasladaron la épica de Écija y han corrido a Youtube para buscar el vídeo. Abuelos con las manos curtidas que lloraron después de lo de Huelva. 55 años de historia arrojan miles de brillos y miserias. Déjenme, por una vez, abusar de la primera persona. Faltan horas (millones, todavía) para el encuentro con el Huracán y los nervios invitan a que las emociones superen al sosegado análisis.
Carlos Castán | Foto: HeraldoHe visto un Alcoraz vacío con el equipo recién descendido a Tercera en 2002 y que estará a reventar el domingo en busca de la Segunda División. Cubrí un amistoso con el Real Zaragoza ese primer verano y un policía nacional, desconfiado, me dejó entrar a pesar de juzgar que en vez de periodista era quiosquero. En el club, economía artesanal y buenas intenciones. Durante cuatro años, altos y bajos a pequeña escala y un hito en Éibar, donde Carlos Castán y Txiki devolvieron al Huesca a la categoría de bronce. Cámaras y micros rodearon al entonces presidente, Jesús Viñuales. Poco faltó para sacarlo en procesión. Meses después, a Txiki se lo llevó de este mundo un extraño virus. Y en 2006, el tanto de Sestelo en la promoción con el Castillo impidió que el actual proyecto partiera de bajo cero.