Si Bada Huesca logró contra Cisne la ansiada victoria balsámica, esta tarde tiene la mejor ocasión para afianzarse en que su buena pretemporada no fue un espejismo. Benidorm siempre es una buena piedra de toque. Construye grandes equipos que no siempre llegan a la meta esperada. La pasada temporada rompió moldes y eso le llevó a forjar una escuadra potente con su presencia en la EHF y el deseo de que su paso fuera más que una anécdota en el balonmano europeo. Luego llegó el coronavirus, los falsos positivos y finalmente la decisión política de arruinar un sueño; el del viaje a tierras austriacas para defender una renta de +3.