ZARAGOZA | Un año más tarde y como sucedió en los cuatro anteriores, el Real Zaragoza pone su ficha en la casilla de salida. “Gabi tiene razón, hay que cambiarlo todo”, dijo Francho Serrano en el acto de su renovación. La reconstrucción vuelve a la escena, sin saber quién puede ser esta vez el constructor de una nueva historia. “El Zaragoza debe fichar bien este verano”, le dice un zaragocista a otro. “Para eso tenemos que fichar también al que va a hacerlo”, contesta el segundo.
En esa línea hay varios nombres y más de una candidatura abierta. Y cunde la sensación de que el Real Zaragoza llegará tarde al inicio del verano. Todo se supeditó a una permanencia que llegó por la vía agónica, con La Romareda y Gabi como símbolos. Todo se aplazó hasta salvar la vida.
Real Zaragoza y Kervin Arriaga
El club no contaba con una semana tranquila, pero sí que queda pendiente resolver dos elecciones fundamentales y estratégicas. La primera es descubrir quién es el constructor del proyecto. La segunda es adquirir a Kervin Arriaga, un elemento sustancial en la salvación del Zaragoza. El hondureño tiene corazón y proyección de Primera, pero las negociaciones pueden haber sufrido un paréntesis. Basta revisar sus últimos cuatro meses de competición para darse cuenta de una idea: ahora mismo es el mejor pegamento del equipo. Y si no se cierra la opción de compra del jugador, será un error estratégico de grandes proporciones.
El arquitecto de un proyecto
Válido incluso como una gran oportunidad de mercado, el Zaragoza que viene se entendería mucho peor sin Arriaga. Con Bucero, Aguilar y Fernando López al mando de las operaciones, el futuro de Gabi Fernández parece unido al Real Zaragoza. Pero falta resolver una duda esencial: ¿quién construirá el próximo Zaragoza? Entre todas las candidaturas hay un casting amplio que merece un capítulo aparte. Chema Aragón, Txema Indias, Juanfran Torres, Alfredo Merino y una última opción, remota hasta el momento, pero verdaderamente ilusionante para el Real Zaragoza: Lalo Arantegui.
Un verano más, se regresa al principio del relato, a la estación inicial del túnel. Así se explica la historia de un equipo que sabe ser ilusión en el inicio de las temporadas. Y una bola de demolición en el principio de todos sus veranos.