ZARAGOZA | El Real Zaragoza perdió en Oviedo, en un partido que se decidió a balón parado y en el descuento, en dos elementos que han resumido su mejora. Y perdió en un partido que el zaragocismo recordará por un arbitraje malo de principio a fin, erróneo en dos acciones definitivas.
Arbitraje al margen, que volverá luego, el Real Zaragoza compitió bien, estrechó los caminos del Oviedo, se aplicó en la defensa individual y colectiva. Ese verbo fue su virtud y su condena en El Tartiere. Defendió bien durante 90 minutos, pero perdió la marca en el córner definitivo, donde concedió dos toques y dos remates. Y solo pensó en defenderse, en un paso frecuente hacia las derrotas. El Oviedo no fue un vendaval, pero sí una lluvia fina que encontró su premio en el 91.
Las condenas del Real Zaragoza en El Tartiere: el arbitraje y un descuento
En una liga en la que todo se puede ganar y perder en los descuentos, al Zaragoza se le escapó el empate que había ido a buscar al Tartiere. Antes, se quejó del arbitraje y tuvo mil motivos para hacerlo. El agravio se resumió en dos jugadas muy concretas. El penalti que le señalaron a Jair es el prototipo de penalti por mano que nunca puede ser pitado. El paradigma del error, por tanto. La acción se produjo tras un rebote, con la mano en una posición natural y por detrás de su cuerpo, en busca de un apoyo hacia el suelo. No era penalti. Punto.
Aún así, se cumplió la norma: los penaltis injustos siempre están más cerca de fallarse. Lo hizo Santi Cazorla, para añadirle más fuego a otra leyenda, que reúne a los mejores futbolistas desde los once metros. Los penaltis los tiran los buenos y los buenos también fallan. En el área contraria llegó el siguiente error: el árbitro no señaló un penalti sobre Pau Sans que pareció claro desde cualquier punto del Tartiere. No hubo revisión y la injusticia desquició al Zaragoza y espoleó al Oviedo.
Ganó el equipo carbayón en el último suspiro, cuando el Zaragoza perdió dos veces la marca en una misma jugada. El equipo de Gabi compitió mejor ante un aspirante, pero acabó derrotado en la estrategia y desquiciado por el silbato. Perdió un punto de margen respecto al Eldense, pero ganó una vida con el gol de Markanich, dejando su salvación para el próximo domingo. Entonces le valdrá solo con hacer lo mismo que haga el Eldense, pero le conviene no dejar deberes para la última jornada. Y debe vencer en la última tarde de La Vieja Romareda, en el sitio en el que siempre ganó y este año ha perdido muchas veces.