HUESCA | Hay lugares donde el deporte deja de ser un espectáculo y se convierte en rito. Donde no basta con entrenar: hay que tener fe, convicción, respeto por la montaña. CanfrancCanfranc es uno de esos lugares. Enclavada en el corazón del Pirineo Aragonés, esta pequeña localidad oscense se transforma cada mes de septiembre en el epicentro del trail más puro y salvaje de Europa.
La edición de 2025, que se celebra del 5 al 7 de septiembre, no es una más. Es la decimonovena, sí, pero también es el prólogo de un hito: el Mundial de Montaña y Trail Running que acogerá este mismo valle apenas tres semanas después. Canfranc será testigo de dos grandes historias este año. Una, escrita por los mejores corredores del planeta. Otra, la de siempre: 1.800 populares que desafían lo imposible con las piernas, pero sobre todo con el alma.
Las seis pruebas de la CanfrancCanfranc 2025 no son simplemente carreras. Son batallas personales. Cada una representa una forma distinta de enfrentarse a la montaña. Desde el brutal Ultra 100K, con sus 10.584 metros de desnivel positivo y sus trece cimas pirenaicas, hasta la explosiva Uphill 4K, donde en apenas cuatro kilómetros se escala sin pausa hacia el cielo.
Aquí no se mide solo el tiempo, se mide el coraje. Porque en Canfranc no hay tramos sencillos, ni bajadas para recuperar. Hay roca, aristas, altura, aire escaso y mucha verdad. Por eso, quien cruza la meta en la Estación Internacional de Canfranc —convertida en templo del esfuerzo— no es el mismo que comenzó la carrera. Ha cambiado. Ha crecido.
Los nombres favoritos —Julia Font, Tove Alexandersson, Luis Alberto Hernando, Adil Moussaoui, Álex García Carrillo…— suenan con fuerza, pero lo cierto es que el gran protagonista sigue siendo el terreno, la montaña que no perdona, que exige técnica, respeto y humildad. Es esa la verdadera leyenda.
El alma popular, intacta ante la élite mundial
Canfranc podría haber cedido protagonismo al escaparate del Mundial. Sin embargo, ha decidido mantener su esencia. Las pruebas populares no solo se mantienen, se priorizan. Aquí la élite llega después, como invitada a una fiesta que los corredores anónimos celebran desde hace casi dos décadas.
No hay dorsal fácil. En el Ultra 100K, por ejemplo, el acceso está restringido a quienes demuestran experiencia alpina contrastada. Solo 250 valientes serán admitidos. El reto no es para cualquiera, pero el sueño sí: cruzar ese arco de meta con la certeza de haber vivido algo irrepetible.
Corredores de más de 20 países, con casi 300 extranjeros, se mezclarán este año con 1.200 españoles y 361 aragoneses, además de los más de 400 voluntarios que hacen posible esta sinfonía de montañas, sudor y humanidad. Una fusión que convierte el evento en una auténtica celebración colectiva del deporte y del territorio.
Rasmia, patrimonio y una estación como altar
Pocas veces el deporte es tan eficaz a la hora de mostrar al mundo un territorio. CanfrancCanfranc no es solo un evento deportivo, es también un acto de educación ambiental, de defensa del patrimonio natural e histórico del Pirineo Aragonés. Cada corredor que pisa estos senderos lo hace sabiendo que deja una huella… pero también se lleva una parte de este valle.
La rasmia —ese empuje tenaz y orgulloso que define el carácter aragonés— es el combustible silencioso que mueve esta maquinaria perfecta. Está en el voluntario que reparte agua en un collado a 2.000 metros, en el familiar que espera en meta a las tres de la mañana, en el aplauso de un pueblo entero.
Y por supuesto, está en esa meta mágica, la Estación Internacional de Canfranc, que ya no es solo una joya arquitectónica, sino un símbolo. Allí se celebran las pequeñas y grandes victorias, las lágrimas, los abrazos y los silencios. Allí, donde el tiempo parece detenerse para rendirse al esfuerzo humano.
CanfrancCanfranc 2025 no será simplemente una carrera. Será, como cada año, un homenaje al alma del trail. A esa forma única de correr que no busca medallas, sino experiencias que marcan para siempre.