ZARAGOZA | Oportunidad clave desaprovechada. El Casademont Zaragoza cayó por 88-95 ante el colista, el Covirán Granada, y dejó sus opciones europeas seriamente comprometidas. Los andaluces, últimos en la clasificación y sin ganar fuera de casa desde el pasado 30 de noviembre, llegaron al Príncipe Felipe con una urgencia máxima: si no vencían, descendían. Esa necesidad se notó desde el salto inicial, con un Granada mucho más metido en el partido que un Casademont apático y sin energía, que fue a fogonazos durante todo el choque y nunca logró tener el control real del encuentro.
Solo dos victorias en los últimos once partidos son la carta de presentación del equipo ahora dirigido por Rodrigo San Miguel, que se estrenaba como primer entrenador en casa y que no ha podido saborear un triunfo en su segundo duelo al frente del equipo. La falta de intensidad defensiva y la tendencia a depender de chispazos individuales acabaron condenando a un conjunto zaragozano que no encontró soluciones ni en la pintura ni desde el perímetro. Así, el resultado deja al Casademont anclado en la 12ª posición y genera serias dudas de cara al tramo final de la temporada, donde cada error puede costar decir adiós a Europa de manera definitiva.
2 victorias en 11 partidos. Esos son los credenciales del cuadro dirigido por Rodrigo San Miguel, que se estrenaba como primer técnico del equipo en casa y que suma su segunda derrota al frente del equipo. La falta de intensidad en defensa y la sensación de vivir de acciones individuales condenó, y mucho, a los maños, que no encontraron alternativas ni por dentro ni por fuera y que deja al equipo anclado en el 12º puesto clasificatorio.
Yusta trató de reactivar al equipo desde la línea de libres, pero un inspirado Noua, con seis puntos casi consecutivos, volvió a estirar la diferencia hasta el 9-15. Aunque Sulejmanovic volvió a tirar del carro con dos canastas y un libre que acercaban a los aragoneses (14-15), Visconti y Ndiaye respondieron con rapidez para devolver la ventaja al equipo visitante, mejor plantado sobre la pista y con las ideas más claras.
A pesar del dominio andaluz, Sulejmanovic seguía liderando la resistencia local, sacando una falta inteligente y anotando los dos tiros libres que darían inicio a un parcial clave de 7-0 para los de Rodrigo San Miguel. Gracias a esa reacción, y por primera vez en el partido, el Casademont consiguió ponerse por delante (21-20) tras haber ido todo el cuarto a remolque. Pero cuando parecía que el Príncipe Felipe podía respirar, Granada recordó que se jugaba la permanencia y, con ese impulso emocional, logró anotar 5 puntos en el tramo final que le permitieron cerrar el primer cuarto con ventaja (21-22), apagando momentáneamente la ilusión de la grada aragonesa, que veía un cambio de actitud, pero no de resultados.
El Casademont Zaragoza salió desatado en el segundo cuarto, con una actitud completamente distinta y una intensidad que no se había visto en los primeros diez minutos. Watson, González y Mencía se pusieron el mono de trabajo y, con acierto y energía, castigaron a un Granada desconectado con un parcial de 7-0 que levantó al Príncipe Felipe de sus asientos (28-22). Pablo Pin, obligado, pidió un tiempo muerto para frenar la sangría. Y surtió efecto. El conjunto nazarí reaccionó, liderado otra vez por un Noua omnipresente y un Visconti que afinaba la mirilla desde el perímetro. Pero el verdadero agitador fue Rousselle, que se metió en «modo guerrillero» y, junto a un triple de Valtonen, firmaron un parcial demoledor de 0-8 que volvió a dar ventaja a los andaluces (34-35) a cinco minutos del descanso.
En ese momento, el partido entró en una fase de idas y venidas, sin dueño claro, hasta que emergió la figura de Dimsa, puro francotirador, para cambiar el decorado. El lituano clavó dos triples espectaculares casi consecutivos, obligando de nuevo a Pablo Pin a detener el juego (42-40). Pero Granada seguía con la cabeza en el partido y volvió a encontrar a su referente ofensivo: Noua, que sumó cuatro puntos consecutivos, a los que se unió una canasta de Trae Bell-Haynes, dejando el marcador en un emocionante empate (44-44). El segundo cuarto había sido un auténtico torbellino de rachas y talento, con un Casademont más vivo, pero con un Granada que se negaba a rendirse.
Un intento de reacción en el tercer cuarto
El tercer cuarto arrancó con el viento soplando de cara para el Covirán Granada, que volvió a golpear primero. En apenas tres minutos, los de Pablo Pin sumaron nueve puntos con una facilidad pasmosa, dejando al Casademont frío, desconectado y sin capacidad de reacción inmediata. Trae Bell-Haynes intentó frenar la sangría con un triple, y Dubljevic añadió dos más, pero el ritmo de los andaluces era alto, constante, y con cada ataque abrían más la herida rojilla. El marcador se estiraba sin piedad y el 49-56 al minuto seis reflejaba un nuevo momento grisáceo para los de San Miguel.
Pero cuando más lo necesitaba, Zaragoza encontró una respuesta coral y enérgica. El parón solicitado desde el banquillo fue como un botón de reinicio: el equipo salió revitalizado, con una defensa más agresiva y mejor criterio en ataque. Así llegó un parcial de 11-0, liderado por un Dubljevic efectivo bajo los tableros y, cómo no, por Dimsa, infalible desde la línea de tres, que volvió a encender al Príncipe Felipe con otro triple marca registrada. El luminoso viró de golpe hasta el 60-56, y el ambiente en la grada se transformó en euforia.
Sin embargo, Granada no soltó el volante: Visconti y Aurrecoechea mantuvieron el pulso, aprovechando también una acción de Spissu, y cerraron el cuarto dejando todo por decidir (62-60). El partido ya no tenía dueño, pero sí una certeza: lo mejor estaba por llegar.
El cuarto de la decepción
El último cuarto se convirtió en una auténtica odisea para el Casademont Zaragoza, superado desde el primer instante por un Granada que salió con el cuchillo entre los dientes. Rousselle y Visconti lideraron un parcial de 0-6 demoledor nada más reanudarse el juego, y aunque Watson y Trae Bell-Haynes intentaban sostener al equipo desde el tiro libre, los visitantes no soltaban el acelerador. Granada se crecía en cada ataque y llegó a ponerse nueve arriba (68-77), dejando al Casademont contra las cuerdas y con la grada empezando a perder la paciencia.
En el Príncipe Felipe empezaron a sonar los pitos, reflejo de la frustración de una afición que no entendía la falta de actitud de los suyos, mientras veía cómo Europa se escapaba a lo lejos ante un rival que, para más inri, no ganaba fuera de casa desde el 30 de noviembre. González trató de reactivar la esperanza con un libre y un triple que levantó al pabellón, seguido por otra acción de Bell-Haynes, pero Noua y Rousselle mantenían el tipo con temple y eficacia, dejando el marcador en un preocupante 75-84 a falta de dos minutos.
Hubo un último intento de rebelión, con Sulejmanovic tirando de orgullo y sumando cuatro puntos seguidos. Pero el Granada no tembló. Un tiempo muerto clave, una falta exterior forzada y tres tiros libres convertidos por Noua terminaron de cerrar el partido (79-87). Aun así, Trae Bell-Haynes se empeñó en que no muriera sin lucha, acercando el marcador hasta un esperanzador 88-91 a falta de solo 27 segundos. Pero la reacción llegó demasiado tarde: el Granada no falló en los tiros finales y se llevó un triunfo vital por 88-95, dejando al Casademont sumido en la incertidumbre… y a su afición con demasiadas preguntas.
Ficha de partido entre Casademont Zaragoza y Covirán Granada:
CASADEMONT ZARAGOZA (88): Bell-Haynes (16), Dubljevic (6), Sulejmanovic (20), Dimsa (14), Yusta (2) -quinteto inicial-, Spissu (2), Slaughter (-), González (11), Mencía (7), Watson (10), Moreno (-) y Muñoz (-).
COVIRAN GRANADA (95): Rousselle (21), Valtonen (8), Ubal (9), Noua (21), Bezhanishvil (4) -quinteto inicial-, García (4), Aurrecoechea (2), Silverio (2), Tomàs (-), Guerrero (-), Visconti (22) y Ndiaye (2).
PARCIALES: 21-22 / 23-22 / 18-16 /26-35.
ÁRBITROS: Fernando Calatrava, Vicente Martínez y Cristobal Sánchez.
ELIMINADOS: Los locales Miguel González y Bell-Haynes, ambos en el 39′.
INCIDENCIA: Encuentro correspondiente a la jornada 31ª de la ACB disputada en el Príncipe Felipe (Zaragoza) ante 6.367 espectadores.