El Casademont Zaragoza se presenta este miércoles (19.00 horas) en el pabellón de Ejea de los Caballeros con el reto de romper su dinámica negativa. Tres partidos, tres derrotas, y unas sensaciones que no invitan precisamente al optimismo. El rival será el Surne Bilbao Basket, un equipo competitivo pero más asequible que los anteriores contrincantes. El duelo se plantea como una oportunidad clave para recuperar confianza, cohesión y credibilidad.
Un inicio de pretemporada gris y sin respuestas
El verano está dejando demasiadas dudas en el seno del conjunto rojillo. Las derrotas ante Lenovo Tenerife, Valencia Basket y Real Madrid fueron contundentes y dejaron al descubierto muchas carencias. En lo táctico, en lo físico y en lo mental. Lo preocupante no es solo el resultado, sino la falta de chispa, la desconexión ofensiva y una defensa que apenas ha inquietado al rival.
Los datos hablan por sí solos: solo dos cuartos ganados en doce, y apenas tres ocasiones superando los 20 puntos en un cuarto. El equipo no encuentra continuidad ni en ataque ni en defensa, y acumula errores tanto en la creación como en el balance. Las pérdidas no forzadas y la falta de ritmo ofensivo son síntomas de un equipo aún en construcción, pero que empieza a necesitar algo más que excusas.
Jesús Ramírez, ante un reto urgente
El entrenador catalán Jesús Ramírez encara la recta final de la preparación con el tiempo en contra y muchas piezas por ensamblar. El debut en la Liga Endesa está a la vuelta de la esquina: será el 5 de octubre frente al Baskonia en el Príncipe Felipe. Hasta entonces, quedan pocos entrenamientos y apenas tres amistosos. La sensación de urgencia ya es palpable, tanto en el cuerpo técnico como en el entorno del club.
Ramírez, que ha insistido en que esta fase sirve para “construir”, sabe que los resultados no lo son todo en pretemporada, pero también es consciente de que el equipo necesita empezar a competir de verdad. No se trata solo de ganar, sino de empezar a parecerse al bloque que quiere ser.
Un calendario más amable para coger ritmo
Tras tres rivales de máximo nivel, el calendario ofrece ahora una ventana de oportunidad para crecer. Bilbao Basket, San Pablo Burgos y Benfica serán los próximos test del Casademont antes del arranque liguero. Partidos que deberían permitir mejorar automatismos, probar variantes y, sobre todo, elevar el nivel competitivo.
Frente al equipo bilbaíno, el Casademont tendrá la ocasión de medirse a un rival directo en teoría más cercano a su realidad actual. Un encuentro ideal para medir avances, ajustar roles e ir recuperando jugadores que aún están lejos de su mejor forma.
Las nuevas caras aún buscan su sitio
Uno de los factores que explican el lento arranque del equipo es el proceso de adaptación de las nuevas incorporaciones. Algunas de ellas están dejando detalles prometedores, pero aún les falta continuidad y conexión con el bloque. Es lógico en este momento del año, pero si el equipo quiere llegar rodado a octubre, el tiempo de adaptación debe acelerarse.
Los minutos ante Bilbao serán vitales para que estas piezas empiecen a asumir protagonismo real, no solo en lo individual, sino en la dinámica colectiva. Lo que ocurra en Ejea servirá también para evaluar qué roles empiezan a consolidarse dentro del grupo.
Una prueba necesaria para cambiar el discurso
El partido de este miércoles puede ser más importante de lo que parece. No solo porque puede significar la primera victoria del verano, sino porque podría romper una narrativa que empieza a hacerse incómoda: la de un equipo sin rumbo. Más allá del marcador, el Casademont necesita dejar buenas sensaciones, mostrar energía, actitud y una idea de juego reconocible.
El aficionado aragonés es exigente, pero también sabe valorar el trabajo. Lo que no perdona es la falta de alma. Este equipo necesita competir y emocionar, aunque sea en amistosos. Ejea de los Caballeros espera ver un Casademont diferente, más sólido y con hambre. Porque el tiempo apremia, y el margen de mejora tiene que empezar a convertirse en realidad.