El partido comenzó con un Carlos Tartiere absolutamente entregado. Con casi 30.000 espectadores en la grada, la afición del Real Oviedo empujó desde el primer minuto. Sin embargo, el Mirandés silenció el estadio en el minuto 17 cuando Joaquín Panichelli, con un impecable cabezazo, puso el 0-1 que obligaba al conjunto local a marcar dos goles para forzar la prórroga.
La respuesta del Oviedo no se hizo esperar. El equipo de Paunovic dominó la posesión durante toda la primera parte, con un 70% de control del balón, pero le costaba generar peligro real. Fue en el minuto 38 cuando llegó el primer punto de inflexión del encuentro: penalti a favor tras una mano de Reina. Cazorla, con toda su experiencia, no falló desde los once metros y puso el empate. El Tartiere rugió con fuerza, sabiendo que estaban a un solo gol de la prórroga.
Ilyas iguala la eliminatoria y el Tartiere se enciende
Nada más comenzar la segunda parte, el Oviedo mantuvo el empuje. En el 54′, Ilyas Chaira controló en el área un centro de Rahim y definió con frialdad para poner el 2-1. Era el octavo tanto del curso para el marroquí, que lo celebró por todo lo alto, sabedor de que su gol llevaba el duelo al tiempo extra.
El gol cambiaba la historia: con el global empatado, el partido se iba a la prórroga si el marcador no se movía. Escandell se convertía en un baluarte bajo palos, despejando los intentos del Mirandés, mientras que Raúl Fernández salvó a los suyos en una acción clara de Alemao. En esos minutos, ambos equipos mostraban signos de cansancio, pero no bajaban la intensidad.
Portillo se viste de héroe en la prórroga
La prórroga arrancó con nervios, imprecisiones y dos equipos que sabían que cualquier error podía ser definitivo. En el minuto 104, llegó el momento mágico de la noche: Portillo cazó un balón suelto en el área y, con una volea espectacular, firmó el 3-1 definitivo.
El estadio explotó de alegría. Todos los jugadores del banquillo corrieron a celebrar con el autor del tanto. Santi Cazorla, desatado, cruzó medio campo en plena carrera para unirse al festejo. El gol del ascenso había llegado. A partir de ahí, el Mirandés intentó reaccionar con varios cambios, pero el golpe fue demasiado duro para un equipo que lo dio todo.
Escandell y la solidez defensiva
El Real Oviedo cerró el partido con oficio. Aarón Escandell, con varias intervenciones clave, demostró por qué es uno de los pilares del equipo. Salvó un cabezazo de Panichelli que pudo haber cambiado el final y volvió a mostrarse muy seguro por alto. La defensa, con David Costas y el oscense Dani Calvo imperiales, no concedió más sustos.
El equipo carbayón supo manejar los últimos minutos con inteligencia, haciendo correr el reloj y manteniendo la posesión. La afición vibraba con cada despeje y coreaba cada recuperación como un gol. El objetivo estaba cada vez más cerca.
Tensión final y expulsiones
En los últimos compases del encuentro, los nervios se desataron. Una fuerte discusión entre Egiluz y David Costas terminó en una tángana en el centro del campo que obligó a intervenir incluso a los jugadores del banquillo. Un futbolista del Oviedo cayó al suelo en medio del tumulto. El colegiado, tras calmar los ánimos, mostró la tarjeta roja directa tanto a Egiluz como a Costas, y amonestó con amarilla a César de la Hoz, protagonista también de la refriega. Un cierre bronco para un duelo tan intenso como emocionante.
Una noche para la historia
El pitido final desató la locura. Oviedo es de Primera. Con goles de Cazorla, Ilyas y Portillo, el equipo asturiano culminó una eliminatoria inolvidable ante un Mirandés valiente que luchó hasta el último segundo. La ciudad entera celebró una noche que ya es parte de su historia.
Veljko Paunovic, técnico del Oviedo, fue manteado por sus jugadores. Santi Cazorla, uno de los más emocionados, confesó al final del partido: “Es uno de los días más felices de mi carrera. Esto es por y para Oviedo”.