Dani Gómez, antes de Zaragoza
Canterano del Real Madrid, su irrupción en Tenerife mostró a un delantero completo, hecho a la carrera, que cuajó sus mejores registros en el año de su debut. Marcó 9 goles (7 en Liga y 2 en Copa), en un equipo que llegó a volar en la segunda vuelta, tras el regreso del fútbol tras la pandemia. Con Rubén Baraja en el banquillo, Gómez pareció un delantero total, hecho de goles y promesas, que dejaría su nombre en la Primera División.
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Con el tiempo alcanzó ese lugar, pero ni en el Levante ni el Valencia pudo registrar el mismo nivel de continuidad que le vimos en El Heliodoro. Sumó goles, especialmente importantes en El Ciutat de Valencia, pero no conquistó el cariño de todo el público. Algunas de sus celebraciones hirieron la sensibilidad de la grada y se le asignó la condición de divo. En Valencia tampoco encontró la misma regularidad y la apuesta de Cordero fue también un acto de fe, una oportunidad de cambiar la suerte de su carrera.
Los goles de Dani Gómez en el Real Zaragoza
Beneficiado por el primer impacto, en Zaragoza marcó en su estreno en el Carlos Belmonte. Fue un gol de listo, de puro olfato, una demostración de que el instinto no se pierde ni en las malas tardes. A ese debut le siguió unas semanas después un tanto ante el Eldense, que Gómez firmó desde los once metros. También desde la misma distancia llegó el último del curso, que sirvió para maquillar la goleada en el cierre de la competición en Castalia.
Antes de todo eso, ante el Cartagena, Dani Gómez había marcado uno de los goles más importantes de su carrera. Fue tras diez minutos de puro vendaval, con La Romareda en un estado de puro trance. El tanto sirvió para completar una remontada especial, que supuso media salvación. Con la épica de su lado, Dani Gómez firmó el segundo tanto del Zaragoza en un mismo descuento. Celebró a lo grande, poseído por la fiebre del gol, convencido de que su carrera había cambiado.
Un inicio prometedor
Hoy Gabi Fernández, que llegó a tenerle en un segundo plano en tramos del curso pasado, confía en su racha y en su desmarque. A menudo atropellado, su mejor virtud es que es un delantero autosuficiente, capaz de fabricar goles por su cuenta. Sin ser fino, tiene zancada y un sentido total de los espacios. Los ataca con intención, con la portería en su mirada y con ese punto de egoísmo que define a los goleadores. Le pueden sobrar toques y barullos a sus jugadas, pero Gómez suele encontrar una salida en su propio laberinto.
Los dos goles que ha marcado este curso, en Castalia y ante el Valladolid, le definen por completo. Las dos veces pudo hacerlo todo mal y todo bien al mismo tiempo. Siempre desestimó el camino fácil y buscó un ángulo imposible, impensable también para los porteros. Cómodo en las soluciones más complejas, el sábado celebró a su manera, enloquecido en el minuto 60. El gol siempre sintetizó la vida de los delanteros y el madrileño celebró su racha, también ser el atacante que Gabi Fernández no encontraba.
Maldita manía, la suya, de despojarse de la camiseta en cada celebración!!! Más de un partido se perderá por esa estupidez. ¿O es que no hay más formas de celebración que la de quitarse la camiseta con cartulina incorporada?