El Huesca estrenó su casillero de triunfos ante el Mirandés en un escenario inusual. Mendizorroza acogió el partido debido a las obras en Anduva, pero los de Sergi Guilló no se dejaron distraer por el contexto y sumaron tres puntos vitales.
Dani Jiménez fue claro tras el encuentro: “Debemos estar contentos. Con tantos cambios de jugadores y cuerpo técnico era fundamental empezar bien. Ojalá podamos darle continuidad a estas sensaciones”.
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El portero resaltó que el equipo debe mantener la esencia del pasado curso, pero incorporando los matices del nuevo entrenador: “Queremos crear una identidad nueva, que ilusione a todos los oscenses”.
Portería a cero y solidez grupal
Si algo marcó la victoria fue la seriedad defensiva. El Mirandés apenas inquietó, y cuando lo hizo se encontró con un guardameta inspirado. “Con balón tenemos que crecer, pero siempre desde la defensa. Hoy se ha visto que estamos cómodos y con confianza”, señaló Jiménez.
El meta también destacó el papel de los suplentes, que dieron aire al equipo en la segunda mitad: “A veces parece un partido feo, pero los cambios fueron determinantes. Todos suman, los que juegan de inicio y los que esperan su oportunidad”.
La parada decisiva
El Mirandés dispuso de una única gran ocasión, pero Dani respondió con reflejos felinos en un disparo a bocajarro: “Es difícil cuando no tienes mucho trabajo y de repente te llega una acción así. Lo importante es estar siempre atento”.
Esa intervención sostuvo la ventaja conseguida en la primera parte y permitió al Huesca cerrar el partido con los tres puntos.
La lección de una lesión superada
Más allá del rendimiento deportivo, Dani Jiménez habló desde el corazón: “La lesión me dio mucho que pensar. Ahora quiero vivir cada partido como si fuera el último. Me siento afortunado por volver a sentir los nervios antes de jugar y poder ayudar al club a ser mejor”.
Sus palabras reflejan no solo la ilusión por volver a competir al máximo nivel, sino también el liderazgo y la resiliencia que transmite al vestuario.