ZARAGOZA | Un curso legendario llega a su fin. Tras una temporada en la que el esfuerzo fue innegociable y la ambición constante, el Azulejos Moncayo CBZ ha escrito su nombre con letras doradas en el baloncesto aragonés, logrando el ascenso a Segunda FEB con autoridad, corazón y sin necesidad de disputar el último partido. Lo hicieron a su manera: compitiendo hasta el final, dejando atrás dudas, derribando barreras y celebrando el premio más grande antes de que sonara la bocina definitiva. Porque cuando se cree, se trabaja y se lucha como lo hizo este grupo… el destino no tiene más remedio que rendirse.
Para los de Sergio Lamúa -que este pasado domingo confirmaba que no continuaba en el club- arrancó viento en popa, logrando cuatro triunfos en los primeros cinco choques, entre ellos, el derbi frente a Grupo Jorge Baloncesto Zuera en el que lograron vencer por 93-81. Con este buen arranque, los aragoneses lograron colocarse cuartos, metidos de lleno en una pugna que no había hecho más que empezar.
No obstante, un equipo demuestra de qué está hecho cuando vienen mal dadas, y los zaragozanos tuvieron que saber soportar el chaparrón que sufrieron durante las siguientes cinco jornadas, logrando entre la 5 y la 10, solamente dos victorias junto a tres derrotas (El Olivar entre ellos) para seguir en un cuarto puesto que pendía de un hilo cada vez más fino, pues hasta dos equipos -Universitat de Vic y Sants- acumulaban los mismos credenciales que los de Lamúa.
Sin embargo, la normalidad volvió a la palestra. Y quien dice normalidad, dice triunfos, pues los zaragozanos cosecharon dos alegrías seguidas que vinieron como viento en popa, en las jornadas 11 y 12, y, aunque tuvieron que saber morder el polvo ante Navàs Viscola (83-79), los aragoneses ya habían despertado definitivamente, venciendo a la postre a Sese A y a Zuera en la vuelta del derbi para, una vez más, y como estaba sucediendo a lo largo de la temporada, seguir ostentando un cuarto lugar que permitía optar a todo. Lo diferente: que ahora no había perseguidores, pues tanto Sans (quinto) como Castell (sexto) tenían dos triunfos menos que los maños.
Empezó febrero y llegaron los dos últimos meses de competición regular al grupo «C-A» de Tercera FEB. Los aragoneses seguían sin quitar el pie del freno y eso se tradujo en nuevas victorias, que seguían manteniendo el objetivo vivo, pues, a pesar de vencer cuatro de cinco choques (solamente cayeron ante Es Castell y por un punto), los de Lamúa seguían anclados en un cuarto puesto que parecía que tenía pegamento, aunque ahora empatado en triunfos con el Esparreguera catalán, tercero en ese momento.
Con todo ello, llegaron los dos últimos meses de competición y las seis últimas jornadas en las que se decidía el todo por el todo. Bien, pues el Azulejos Moncayo CBZ no se puso nervioso y, ni corto ni perezoso, se llevó los seis partidos de forma consecutiva (siete triunfos seguidos), dando un auténtico mazazo sobre la mesa para así olvidarse del dichoso cuarto puesto y acceder como segundo al play-in por la fase ascenso a Segunda FEB, la antesala de la gloria. Allí esperaba el filial del Básquet Manresa, segundo clasificado en el grupo «C-B», en el que también había conjuntos aragoneses como CN Helios, CB Cuarte de Huerva o Alfindén CB.
Llegados a este punto, el CBZ no tenía pensado tirar la oportunidad por la borda. Se ganaría o se perdería, pero la competitividad y la motivación no iban a faltar precisamente. Y llegó el gran día. La ida se disputó el 4 de mayo y en ella los de Lamúa hicieron lo más difícil: doblegar al cuadro catalán en su propio feudo y vencer por 85-91. Aunque no lo pareciera, gran parte del camino estaba recorrido y en la vuelta, una semana después, los zaragozanos certificaron en casa el billete (79-66) para acceder a la última prueba de la temporada, la fase de ascenso para entrar a la tercera categoría nacional, la Segunda FEB.

La innegociable fase de ascenso
Así, a estas alturas del curso, poco se podía añadir a un Azulejos Moncayo CBZ que había sabido doblegar a gigantes, mantener la calma en los momentos necesarios y desatar la tormenta cuando tocaba. Con esa experiencia, llegaba la fase de ascenso a Segunda FEB, que además se disputaba en Zaragoza, desde el 22 de mayo hasta el 25.
Esta fase de acenso se dividió en dos grupos, en los que el ganador de cada uno saborearía las mieles de la categoría de bronce. En el «B-1» se encontraban rivales de entidad como Club Bàsquet Navàs, Baloncesto Getafe, Valle de Egüés y Esportiu Vila-real. En el «B-2», grupo en el que estaba encuadrado el CBZ, se erigían como rivales el CB Coria, el NBT y el CP La Roda.
No obstante, los de Lamúa no dudaron en ningún momento y superior competir (y de qué forma) el primer partido ante CB Coria, venciendo por 76-74 tras un encuentro ajustadísimo, en el que los pequeños detalles finales y los dos puntos de diferencia del último parcial (21-19) fueron determinantes para alzarse con el primer triunfo de la liguilla. Arjol López fue clave con sus 23 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias para 29 créditos de valoración en un partido que recordará para siempre.
En la segunda jornada, apenas 24 horas después del estreno, el CBZ se midió a La Roda en un duelo que empezó con un duro revés: un parcial en contra de 0-7 colocó un inquietante 21-13 en solo diez minutos. Pero lejos de venirse abajo, el equipo de Sergio Lamúa resurgió con carácter. Con un Ndiaye estelar, los aragoneses firmaron un 0-11 que volteó la dinámica del partido y encendió a los suyos. Tras el descanso, el CBZ mostró madurez y temple para manejar cada posesión con inteligencia y acabar imponiéndose por 66-73, en una victoria de orgullo y resistencia.
Y entonces, llegó la noticia que lo cambió todo: mientras aún saboreaban el triunfo, la derrota del NB Torrent frente al Coria andaluz confirmaba que el Azulejos Moncayo CBZ era matemáticamente equipo de Segunda FEB. Sin necesidad de disputar el tercer encuentro ante el NB Torrent (que también ganaron por 97-94), el conjunto zaragozano sellaba el ascenso con dos victorias y un golpe de autoridad en la liguilla. Una tarde para el recuerdo, tejida con sufrimiento, liderazgo y la recompensa al trabajo bien hecho.