ZARAGOZA | Gabi Fernández demostró ser un tipo sensato, coherente, con la realidad presente y siempre hablando en plural. Podríamos definir con diversos adjetivos el discurso de Gabi Fernández desde su llegada al banquillo del Real Zaragoza. En nuestros días, y en nuestro fútbol, se suelen oír ruedas de prensa vendidas con ilusión , realidades inalcanzables, halagos y alabanzas a los jugadores y tópicos que siempre (o casi siempre) quedan en eso, en palabras. En ese océano, Gabi decide ser el distinto, un tipo diferente.
Gabi Fernández: coherencia y realidad
Como bien dice un buen amigo, antes de que el Real Zaragoza sea un club de ascenso, debe tratar de ser una estructura coherente y lógica. Ese primer paso lo dio Gabi Fernández ayer en su rueda de prensa como líder de la temporada que va a comenzar en unas semanas el Real Zaragoza. Un discurso coherente, sincero y sensato. Tomando la realidad como referencia para desarrollar sus deseos. Tanto, como que reconoció que no quería que el club le pagase más de lo que tenía que demostrar, al tratar el por qué de su corta renovación al frente del banquillo.
Quizás debería ser lo normal en el mundo del fútbol, pero la realidad dicta lo contrario. En una industria tan inmensa y de negocio en la que se ha convertido el balompié, este tipo de perfiles escasean. Y por ello, el Real Zaragoza debe cuidar de Gabi Fernández: un entrenador que decide ser la excepción, el perfil diferente.
No solo se trata de hablar, y los resultados serán los jueces del destino de Gabi Fernández en el Real Zaragoza. Pero el paso previo de reconocer cuáles son los lastres y los problemas que han llevado a una institución histórica a no reconocerse a sí misma, es uno de los pilares fundamentales para lograr un equipo competitivo que permita volver a identificarse.
Escribir su propia historia
Gabi Fernández apuesta por la sensatez para poder ser él quien escriba una página más amable en un libro zaragocista que día tras día se ha llenado de anécdotas de connotación negativa y obligando a hacer borrones los meses de junio de cada año.
Su conocimiento de la casa, el sufrimiento del año de Valencia para salvar la categoría y su amor hacia el escudo son componentes que animan a Gabi a ejercer como cabeza visible de un proyecto que requiere de resultados más allá de nombres y sensaciones. Por ello, en su discurso utiliza la primera persona del plural. Una inclusión del zaragocismo que identifica a la afición con su entrenador y su equipo. Está claro que las palabras no ganan partidos. Tampoco meten goles, ni los evitan. Pero la coherencia debe ser la guía para encontrar el tesoro. Sea cuando sea.
Precisamente, encontrar denominadores comunes que aúnen fuerzas para encarar una temporada atípica, lejos de nuestra casa y con muchos frentes por cerrar, debe ser esta temporada más importante que nunca. Porque las cosas deben cambiar. Y, entre los fanáticos zaragocistas, Gabi es uno de ellos.
La estabilidad, más allá del escudo
Si el Real Zaragoza pudiese ascender con el nombre, con el escudo, o con su masa social, ya sería equipo de primera división desde hace mucho tiempo. De hecho, jamás habría pisado la categoría de plata. Pero el fútbol es otra cosa, y requiere de una necesidad que el Real Zaragoza no ha podido cubrir en su largo periplo en segunda: la estabilidad.
En una respuesta sobre cómo sería su equipo en el futuro más próximo, Gabi Fernández mencionó una palabra clave que ha alejado al equipo de la gloria: La solidez. Un proyecto estable debe tener solidez. Y no sirve solo para la confección de la plantilla, sino para la construcción de una base que permita soñar.
«Construiremos el equipo desde atrás», comentó el madrileño ante los micrófonos. Que el propio entrenador sepa que su éxito debe venir desde esa faceta habla de que, más allá de lo bonito, está lo necesario. Gabi hablaba del proyecto deportivo, pero sin darse cuenta hacía referencia al proyecto de futuro a medio plazo del club. Estabilidad, solidez… algo que lleva tiempo sin aparecer. Y sí: solo por eso, es coherente.