Jugadores y cuerpo técnico de la SD Huesca celebrando la victoria ante el Mirandés en el vestuario. Foto: X (SD Huesca)
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El Huesca ya sabe lo que es sumar de tres esta temporada y lo celebró como acostumbra. Tras el triunfo en Vitoria frente al Mirandés, en un partido jugado en Mendizorroza por las obras en Anduva, el vestuario azulgrana volvió a estallar con un clásico que ya forma parte de su identidad: “Freed from Desire”, himno que retumbó una y otra vez durante la pasada campaña.
Antes de eso, el equipo se entregó a los suyos en la grada. Más de 300 aficionados oscenses acompañaron al conjunto altoaragonés en el primer gran desplazamiento del curso. Los jugadores respondieron con saltos, cánticos y gestos de complicidad, reforzando ese vínculo que se mantiene inquebrantable con la hinchada.
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Sergi Enrich, el maestro de ceremonias
El autor del gol, Sergi Enrich, volvió a asumir el papel de animador principal de la fiesta. Altavoz en mano, dirigió la celebración en el vestuario, marcando el ritmo a los veteranos y también a los recién llegados, que tuvieron que integrarse en la dinámica con cánticos y risas.
No faltaron momentos de desparpajo, aunque esta vez el entrenador Sergi Guilló se mostró más discreto en la fiesta -tuvieron que ir a buscarle- respecto a lo que solía hacer su predecesor, Antonio Hidalgo.
Una liturgia que ya es tradición
El estreno liguero en casa ante el Leganés había terminado con empate (1-1) y sin celebración completa, pero en Vitoria llegó la ocasión perfecta. El vestuario revivió los rituales que en la pasada temporada sonaron hasta en 18 victorias de liga.
La canción noventera se ha convertido en el pegamento emocional del grupo, un símbolo de identidad y de comunión tanto entre jugadores como con la afición.
Un nutrido grupo de aficionados de la SD Huesca se desplazaron hasta Vitoria. Foto: SD Huesca
El respaldo de la grada se dejó notar de nuevo. Mendizorroza sonó más oscense que local, con los hinchas del Huesca haciendo retumbar el estadio en una tarde histórica. La pasión se refleja también en los datos: casi siete mil abonados ya garantizan una notable respuesta en El Alcoraz, como se comprobó en la primera jornada, pese a tratarse de un agosto marcado por la resaca festiva.
El mensaje es claro: este Huesca quiere caminar de la mano de su gente. La primera victoria refuerza esa conexión y alimenta la ilusión de un proyecto que todavía tiene mucho que decir.