El Levante UD llega al tramo más decisivo de la temporada pleno a nivel emocional. Si el empate ante el Córdoba supuso un varapalo por la forma, en el fondo sigue alargando un buen momento que todavía se hace mejor en el Ciutat de Valencia, desde donde escribe las líneas más prometedoras de su ascenso. En ese lugar, el regreso a Primera División de forma directa nunca se vio tan cerca.
Brillante en el punto en el que se escribe la suerte de este juego, en su plantilla se junta el talento y la experiencia, también un especial cuidado por la cultura de los detalles. Las estadísticas confirman un relato que no siempre les ha pertenecido a los equipos de Calero: es un equipo de volumen, certero en sus remates, muy poderoso en el juego abierto, activo en la búsqueda de sociedades.
El Levante, un seguro en las áreas
Unai Elgezabal se descubrió en verano como un fichaje estratégico, tras una temporada de confirmación en Burgos. Desde ese lugar está liderando la candidatura, siendo una parte esencial de la columna vertebral de Calero. Los datos ilustran que el Levante en su área tiene también el sello de su entrenador, una ventaja competitiva si lo comparas con cualquiera: es el mejor equipo a nivel defensivo sin contar los penaltis.
En su plan hay un matiz que tiene cara de secreto: los delanteros son sus primeros defensas. El Levante ha hecho de la fase de recuperación un argumento más de su propuesta, se ha acostumbrado a robar alto, casi siempre en el primer tercio del campo rival. Y ha dibujado a través de los pequeños de la media las cosas que está finalizando el que busca el perdón de su gente: José Luis Morales.