ZARAGOZA | La temporada 2024/25 del Casademont Zaragoza femenino no fue una más. Fue una declaración de intenciones, de madurez competitiva y la consolidación de un proyecto que ha sabido mezclar ambición con identidad. El equipo rojillo alcanzó la final de la Liga Femenina Endesa y se metió, por segundo año consecutivo, entre los ocho mejores clubes de Europa, confirmando que el techo de este bloque aún está por descubrir. Lo hizo peleando cada partido y dejando claro que, más allá del talento, este equipo tiene una base construida con carácter.
Mariona Ortiz fue, sin duda, el alma de todo esto. Dirigió con temple, ordenó con pausa y explotó con carácter cuando tocaba. Con 199 asistencias en competiciones nacionales (LF Endesa, Playoffs, Supercopa y Copa de la Reina), la mayoría las consiguió en Liga (151) y otras 76 en Euroliga, fue la gran arquitecta del juego. De hecho, dio casi el triple de asistencias que la siguiente compañera (Laia Flores, con 74 en terreno nacional y Atkinson con 29 en Europa) y también firmó hasta 91 puntos en la máxima competición de clubs del Viejo Continente. En España, añadió 300 puntos ligueros (211 solo en el curso regular) y 179 rebotes (135) a su hoja de servicios y firmó dobles dígitos en varios encuentros europeos. Supo aportar calma cuando hacía falta y tormenta y caos en el momento preciso.
A su lado, Tanaya Atkinson volvió a brillar con luz propia: 340 puntos en competiciones nacionales (290 en temporada regular), además de 157 (128) rebotes y 72 (66) asistencias. Por si fuera poco, lideró la valoración total (397 en curso regular y 467 en total). Esto evidencia y engrandece el papel de un jugadora potente en el uno contra uno, letal en campo abierto y constante en sus penetraciones en los días en los que el aro se estrecha. En Euroliga también dejó su huella, aunque sin tanto protagonismo: 97 puntos en 13 partidos, con 7,5 de media y 35,2% en tiros de campo, junto a un importante 80% en libres.
La otra gran protagonista del año fue Stephanie Mawuli, una jugadora de impacto total. Lo de la nipona fue versatilidad pura: máxima anotadora del equipo con 457 puntos (353 en curso regular), 120 rebotes (112), 44 asistencias (36) y 57 triples convertidos en terreno español de 139 lanzados para un 40,1 % (45/112 en Liga con 40,2%), el doble que prácticamente la mayoría. De hecho, solamente le hacen frente Pueyo con los 37/103 (35,9%) en Liga Regular y 51/137 en total (37,2%), Czukor, que se retiró al comienzo de curso, pero logró el segundo máximo porcentaje desde detrás del 6.75, con 11/25 en Liga Regular (44%) y Oma (46,2%), la primera.
Volviendo a la japonesa, en Euroliga, sumó 162 puntos en 14 partidos (11,6 por choque, la máxima media del equipo en Europa), manteniendo su sello en ambos lados de la pista y siendo un auténtico dolor de muelas para la defensa rival. En el último tramo de la competición bajó relativamente el nivel -más que posiblemente la canasta ante Praga le afectara-, pero siguió siendo una de las caras más visibles en ataque.
El crecimiento de Helena Pueyo
El caso de Helena Pueyo merece su propia mención. En Liga Regular, la balear aportó 270 puntos, 110 rebotes, 52 asistencias y 42 robos, logrando unos totales de 344 puntos, 150 rebotes, 73 asistencias y 61 robos, consagrándose como la “carterista” del equipo, pues solamente le hace frente Mariona con 39 en Liga y 56 en total. En Euroliga, Pueyo volvió a lucirse: 156 puntos y 28 robos, siendo una de las jugadoras más destacadas del equipo en ambas parcelas del parqué. También brilló desde el tiro libre (76,2 %) y cerró la temporada como una jugadora cada vez más importante y más completa en ambos lados de la cancha.
Poniendo el foco en la enfermería, Nerea Hermosa, antes de su lesión de rodilla sufrida en abril, fue clave con sus 178 rebotes nacionales (157 en Liga), y Markeisha Gatling firmó un rendimiento interior brutal hasta que también cayó en combate en febrero: 60,1% en tiros de campo, 106 rebotes (93 en curso regular) y hasta 238 puntos totales (213 en Liga), promediando 12,5 créditos. Asimismo, entre las jugadoras que supieron aportar desde la sombra, Helena Oma tuvo una vuelta muy meritoria tras superar la tan dura lesión en su ligamento cruzado anterior: en solo 183 minutos en competiciones nacionales firmó 73 puntos fruto de su gran 46,2% en triples, a pesar de estar un año y medio parada. También Merritt Hempe, que apareció en tramos clave del playoff, fue importante para sostener la rotación interior, moviéndose como pez en el agua en segunda etapa como rojilla.
El trabajo en la sombra, trascendental
Brianna Fraser, antes de su marcha, dejó claro qué tipo de jugadora es. A pesar de que tardó en coger el ritmo de la Liga, la americana fue de menos a más, firmando en su último duelo 22 puntos y 6 rebotes dignos de elogio para acabar con 21 puntos y el MVP del partido. Por otro lado, Shante Evans –que llego en febrero para sustituir a la lesionada Gatling- logró aportar físico y energía en la pintura a pesar de no ser su posición más habitual (suele ser ‘4’). Al igual que Marie Mané, que no necesitó mucho tiempo para ganarse el cariño de una Marea Roja que veía en ella todos los valores que definen a esta afición, siendo una jugadora correosa, difícil de superar en el 1×1, pero con mucha mejora en la toma de decisiones.
Ellen Nystrom volvió a demostrar por qué es una de las jugadoras más completas y polivalentes del equipo. Sin dominar ninguna estadística en concreto, sus números en totales competiciones nacionales —182 puntos, 91 rebotes y 44 asistencias— hablan de una jugadora que está en todo. Siempre suma, siempre aparece, y siempre está donde el equipo la necesita. Su regularidad y capacidad para adaptarse a cualquier situación hacen que, sin hacer ruido, su peso en la rotación haya sido incuestionable.
Junto a todas estas jugadoras, la cara más amarga la protagonizaron Mima Mistinova (se fue en enero) o Melissa Brcaninovic (quien tiene contrato de un año todavía), quienes no se terminaron de adaptar al equipo y no contaron con presencia real en los distintos encuentros. En el caso de la segunda, según informó El Periódico de Aragón, no tendría pensado salir, pues es feliz en el Casademont y en Zaragoza, aunque lo más propicio sería buscarle un nuevo destino y un nuevo proyecto en el que sí que encaje.
Y Europa… Europa no fue solo un escenario duro y complejo. Fue el terreno donde Casademont Zaragoza demostró que puede competir de tú a tú con los grandes del continente, te llames Praga, Fenerbahçe o Villeneuve. Ganó partidos importantes, dio guerra en cada fase y mostró, con todas las de la ley, que este bloque tiene recorrido internacional. De hecho, mucho habría cambiado la historia si Pueyo hubiera metido aquel libre en La Fonteta (en la prórroga ganó Valencia 90-82) o la canasta de Mawuli en Praga, pero los pequeños detalles dictaron sentencia. Sin embargo, para muchas jugadoras fue una experiencia tan novedosa como decisiva, y para el club, un paso hacia la consolidación entre los referentes del baloncesto femenino. Una condición que, a día de hoy, ya ha alcanzado. De hecho, el próximo curso, al quedar segundas en el playoff, las rojillas tienen asegurada plaza en la previa.
Carlos Cantero, el timonel del barco Casademont Zaragoza
Al frente de todo este proyecto, una figura que ya es sinónimo de identidad rojilla: Carlos Cantero. En su cuarta temporada al mando del Casademont Zaragoza desde que llegara en abril de 2021, el técnico madrileño ha sabido imprimir su sello: intensidad, ambición y criterio. No le gusta perder ni en las canicas, y eso se nota. Pero más allá de su carácter competitivo, destaca por su ojo clínico a la hora de confeccionar plantillas, eligiendo perfiles que encajan no solo en lo táctico, sino también en lo humano. El Casademont que hoy emociona al Felipe es, en gran parte, también su obra.
En resumen, el Casademont Zaragoza 2024/25 fue un equipo con alma, con fondo, con talento… y con Zaragoza en la sangre. Porque sí, se quedó a un paso del título, pero ya ha cruzado la línea de los equipos que marcan época. Pocas imágenes resumen mejor esta temporada que las más de 10.800 personas abarrotando el Príncipe Felipe en el segundo partido de la final ante Valencia, con un sold out histórico que certificó que este equipo ya no solo compite: también arrastra, emociona y representa a la capital aragonesa. Y si el proyecto sigue creciendo como hasta ahora, lo mejor aún está por llegar. Todas se han ganado un merecido descanso.