ZARAGOZA | Nuestro Real Zaragoza consiguió su primer punto en la competición tras tres jornadas disputadas. Fue en Castellón y gracias a un gol de Dani Gómez tras esperar a que el “infartante” VAR dictaminara que no había fuera de juego en la acción. El partido del equipo fue, para variar, malo, algo que no le desearía ver ni a mi peor enemigo, y que ni a Kubrick se le hubiera ocurrido como tortura en su película “La naranja mecánica”.
Adrián González. Empieza a afianzarse bajo los palos. A la fuerza ahorcan. Le van a disparar más veces que a los personajes de cualquier película de Tarantino. Se le ven reflejos y va transmitiendo tranquilidad, virtud casi imposible en cualquier cosa o persona relacionada con esta institución.
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Juan Sebastián. Jugó de lateral izquierdo y volvió a cumplir de sobra. Tres partidos jugados en las tres posiciones distintas de la defensa, y en todas se le ve empaque. Como diría Kase O, su oficio es sencillez y seriedad en los propósitos.
Francho. Uno de mis ojitos derechos tenía que terminar jugando en ese lateral. Lo intentó como siempre, y no le salió como……siempre. Sobrepasado por la responsabilidad que carga sobre sus espaldas.
Insua. Su debut fue de menos a más. Comenzó más perdido que Kiko Rivera en una biblioteca, pero poco a poco fue encontrado los cómics, que tienen muchos dibujitos y poca letra, y se fue entonando. En el segundo tiempo estuvo algo más cómodo y pudo mostrar el oficio que se le presupone a alguien de su experiencia en esta categoría.
Radovanovic. Se le pueden decir cosas muy parecidas a las de Insua. La diferencia es que Rado lleva en Zaragoza desde la pretemporada y había jugado los dos primeros partidos de la temporada. Cometió errores de bulto, pero también se le vio más metido en el partido y mejor físicamente.
Saidu. Ese chaval es un elegido. El jugador ghanés de apenas 20 años demostró en su primer partido en el fútbol profesional un hambre y unas cualidades que el resto de sus compañeros no tienen o se empeñan en ocultar. No se entiende a qué espera la directiva para pagar los 150000 euros por su pase y que sea propiedad de la institución. Cuando jugó de central por la derecha cumplió sobradamente su cometido, pero cuando pasó al centro del campo, se le vio en su casa. Todo pasaba a tener sentido en sus ojos y en su cabeza. Cortó y robó multitud de balones y con el balón en los pies se le vio aseado y seguro, tanto que efectuó un disparo que si no terminó en gol fue para que el chico siga manteniendo los pies en el suelo.
Toni Moya. Salió al terreno de juego y su influencia fue la misma que la mía desde el sofá. El futbolista de la triste figura. Un Quijote que ve como gigantes a todos los jugadores rivales hasta achicarse como un niño temeroso.
Guti. Una copia de Francho, pero sin correr tanto. Superado por la presión que hay siempre en el ambiente zaragocista. Tan responsabilizado que su juego queda atenazado. Sobreexcitado hasta el colapso. Debe tranquilizarse y descansar. Refrescar su mente en el banquillo hasta que el aire fresco y limpio le haga recuperar sus muchas virtudes que tanto necesitamos.
Aketxe. Gloria eterna para el equipo malayo.
Sebas Moyano. Lo intentó menos que en los anteriores partidos. Se le vio embarullado en sus decisiones, ofuscado. Aun así, es un jugador fundamental para este equipo.
Bazdar. Sólo jugó el primer tiempo y corrió detrás de la pelota como si esta no quisiera acercarse a él, cuando ella sabe que es el jugador de la plantilla que mejor la va a tratar. A Bazdar le tiene que llegar el balón feliz y sonriente, y no tenerle triste en las botas de otros que lo maltratan.
Soberón. Nada de nada. Con el balón en movimiento se pierde. No regatea a nadie y tampoco sabe pasar la pelota de manera correcta. Tiene un buen disparo al primer toque, pero nada más. Por tanto, si no tira a puerta se convierte en el vacío más profundo.
Valery. Le está tocando salir al campo en momentos donde el partido es aun más caótico. Tiene que hacer lo que le toca y no lo que le gustaría, y lo que haría mejor. Sigo sin poder analizarle de una manera justa.
Dani Gómez. Al contrario que Soberón, le gusta tener la pelota y correr con ella. También intenta el regate y asociarse con sus compañeros de ataque. Para Soberon todas estas cosas son marcianadas. Sus ganas tuvieron la recompensa del gol.
Pau Sans. Mi otro ojito derecho. Sale al campo cuando todo es caos y anarquía. Aun así intentó imponer su criterio y ayudar tanto en defensa como en ataque. Tampoco se le puede juzgar de una manera precisa.
Paulino. Salió acelerado y eso se notó en su juego. Estuvo muy impreciso, hizo faltas innecesarias, y eligió siempre mal lo que iba a hacer. Asusta pensar que la versión de este último día es la que más suele repetir Paulino, y no la de la primera parte en San Sebastián.