El fútbol español llora este 1 de mayo de 2025 la pérdida de uno de sus símbolos más entrañables: Manolo Cáceres Artesero, conocido por todos como Manolo ‘el del Bombo’, ha fallecido a los 76 años en Vila-real tras varios días ingresado por problemas respiratorios. Con él se apaga el eco de un bombo que acompañó a la selección española durante más de cuatro décadas.
Un icono de La Roja
Manolo no era un aficionado más. Era el aficionado. Su pasión por la selección española comenzó en el Mundial de España 1982 y, desde entonces, no se separó de su bombo ni de sus colores. Estuvo presente en 10 Copas del Mundo —desde aquella en casa hasta Rusia 2018— y ocho Eurocopas, siendo testigo directo de la evolución de una selección que pasó de la frustración a la gloria con el título mundial en Sudáfrica 2010.
Su inconfundible presencia, ataviado con la camiseta de España, su gorra, su bandera y su inseparable bombo, era habitual en cada partido. En eliminatorias, amistosos y grandes torneos, Manolo siempre estaba. Su entrega fue tan constante que llegó a abrir un bar dedicado a la selección en Valencia, su ciudad, donde vivió con intensidad cada cita deportiva.
El bombo también sonó en El Alcoraz: la huella oscense de Manolo
Antes de que el mundo lo conociera como el incansable animador de la selección española, Manolo ‘el del Bombo’ ya hacía vibrar las gradas del estadio de El Alcoraz con su inseparable instrumento. Y es que Huesca fue su casa durante cuatro décadas, una ciudad en la que no solo forjó su vida personal, sino también donde dio los primeros pasos como el aficionado más emblemático del fútbol español.
Manuel vivió en la capital altoaragonesa hasta los 40 años, y durante ese tiempo fue un habitual en los partidos de la SD Huesca, animando desde la modesta grada con la misma pasión que más tarde desplegaría por todo el mundo con La Roja. “Lo que he sudado yo en ese campo”, confesaba emocionado en su última visita a la ciudad, en septiembre de 2022, durante un partido de la selección sub21 ante Noruega. Allí volvió a sonar su bombo en El Alcoraz, esta vez para alentar a los pupilos de Luis de la Fuente, en un 3-0 que hizo justicia al empuje de la grada.
En los años 70, además de su pasión futbolera, Manolo regentó al menos dos bares en la ciudad: uno en la esquina del Coso Bajo con la calle Lanuza, y otro frente a la Plaza de la Inmaculada. Muchos oscenses lo recuerdan sirviendo cañas y tertulias futboleras antes de partir hacia Valencia, donde continuó su vida pero sin romper nunca el vínculo con Huesca. “Mis cuatro hijos han nacido en Huesca”, recordaba con orgullo. “Vengo cada tres o cuatro años porque tengo familia aquí, y estoy muy a gusto. Que juegue la selección en Huesca es un orgullo para mí”.
El cariño entre Manolo y Huesca era mutuo. Él no olvidaba sus raíces, y la ciudad tampoco dejó nunca de considerarlo uno de los suyos. Su figura está ligada para siempre al estadio de El Alcoraz, al sonido del bombo y al entusiasmo desbordado por el fútbol. Desde este rincón del Alto Aragón, donde comenzó su leyenda, Manolo también será eternamente recordado.
Su última ovación, en Mestalla
Su última aparición pública tuvo lugar el pasado mes de marzo, en el estadio de Mestalla, durante el amistoso entre España y Países Bajos. Fue su despedida sin saberlo, animando con la misma pasión de siempre a su querida Roja, en un encuentro que acabó con victoria española en penaltis.
A pesar de su intención de asistir al Mundial de Qatar 2022, finalmente no pudo acudir por no contar con alojamiento, requisito indispensable para la entrada al país. Aun así, la Real Federación Española de Fútbol le facilitó entradas y vuelos, muestra del cariño que le profesaban desde la institución.
Una despedida con honores
Tras conocerse la noticia, las redes sociales se inundaron de mensajes de condolencia y gratitud. La selección española fue una de las primeras en pronunciarse: “Ha fallecido uno de nuestros seguidores más fieles, quien siempre nos acompañó en las buenas y en las malas. Sabemos que seguirás haciendo retumbar nuestros corazones. Descansa en paz, Manolo”.
También clubes como el Real Zaragoza, SD Huesca, Getafe, Leganés, Oviedo, así como LaLiga y el Comité Olímpico Español, se sumaron al homenaje colectivo a un hombre que encarnó el amor incondicional por el fútbol y los colores de España.
Valencia, su última parada
Manolo pasó los últimos años de su vida en Moncofa, Castellón, donde residía alejado de los focos, pero no del cariño de la gente. Su entierro se celebrará en Valencia, ciudad que lo vio crecer como hincha y que lo acogió durante buena parte de su vida.
El fútbol pierde a un referente único, pero su legado seguirá vivo en cada estadio, en cada bombo que suene, en cada corazón que late al ritmo de un gol de España.