En sus recuerdos aparecen primero las adversas condiciones meteorológicas que sufrieron los ciclistas «después de un día tan duro con frío, lluvia, granizo, nieve y cinco horas y media de etapa, hacer tercero es algo que no se me va a olvidar». Ni se le olvidará cuando en plena etapa tuvo que parar a que su director le pusiera un chubasquero porque él ni podía. Pero la ilusión por hacerlo bien y por el debut puede con todo, sobre todo esto último, ya que «debutar en una carrera con Quintana es algo único», apunta el oscense.
El último día aparecía de nuevo como una nueva oportunidad para demostrar el tipo de ciclista que es. El día de antes se «había sentido con muy buenas piernas», por lo que en un principio la recuperación tendría que ser buena. Y lo debió ser, porque con La Vueltina en liza y un último intento de Quintana por llevársela otra vez, Barceló entró en la meta de Oviedo en un segundo grupo a 40 segundos de Raúl Alarcón, vencedor final. Esta vez en duodécima posición, que tampoco está nada mal. Como resultado de todo ello vigésimo primer clasificado en su debut entre profesionales y premio de la combatividad, que estando bien, no es lo mejor. Lo mejor es haber visto que ese mundo de mayores está al alcance de la mano, que con esfuerzo y sacrificio se estará allí, y como no, la experiencia vivida, porque «han sido tres días super bonitos».
Jorge Arcas, en fuga
El debut y el buen hacer de Fernando Barceló en Asturias no tienen que hacer pasar desapercibido la magnífica labor que una vez más ha desarrollado Jorge Arcas. La situación de uno y otro era radicalmente distinta. El de Huesca gozaba de una libertad que en una escuadra como Movistar se vende muy cara. Con un Quintana afinando sus piernas para el inminente Giro, donde es el principal favorito, el joven bloque que presentaban los de Unzue tenía como principal misión arropar al colombiano en todo momento. Pese a ello, el primer día el protagonista de los azulones fue el serrablés, que logró infiltrarse en una fuga de ocho que llegó a contar con hasta casi cinco minutos de ventaja y que fue echada a abajo a pocos kilómetros de meta.
El día del Acebo estaba claro. Con el único favorito en el equipo, era cuestión de llevar la carrera controlada hasta mitad ascensión del Acebo, el resto era cosa de Nairo. Trabajo en equipo y luego gastar lo justo hasta meta. Y pelar frío, como todos. El primero de mayo pintaba parecido para el de Sabiñánigo. Metieron a Carretero en fuga pero Quintana quería una última oportunidad en el Violeo. Lo probó pero fue inútil, parece que los Alarcón están últimamente muy finos.