ZARAGOZA | Gabi Fernández logró ante el Mirandés su primera victoria con el Real Zaragoza. Consiguió además que llegara en La Romareda, en el mejor santuario para la salvación. Precisamente en El Municipal había logrado una victoria antes de ganar por primera vez. Pero todo cobró un sentido con el resultado ante el Mirandés. El Real Zaragoza no estaba para improvisar o brillar, pero ha aprendido a competir. Sufrirá, porque no le queda otro camino, pero también Gabi Fernández le ha enseñado a este equipo que puede y sabe hacerlo.
“Este es uno de los mejores vestuarios que he tenido en mi carrera”. La frase le corresponde a Raúl Guti, el testigo directo de Gabi Fernández en el césped. Y sirve además para desmentir la idea de que la división había pasado de la grada al vestuario. Nunca se supo ni se sabrá exactamente hasta dónde llegaron las diferencias, pero todo indica que Gabi ha conseguido pacificar todas las cosas. Su Zaragoza jugó tres veces el mismo partido, pero ante el Mirandés los detalles cayeron de su lado. La suerte, esquiva con La Romareda durante mucho tiempo, le sonrió esta vez a toda una ciudad, reunida en torno a un sentimiento, convencida de que desde la grada se puede alcanzar el gol y la supervivencia.
Gabi Fernández, primera victoria
La historia se resume en Gabi Fernández, que ha obtenido los tres resultados en la misma cuenta. Empató ante el Córdoba, cayó ante el Racing de Santander y logró vencer al Mirandés. No hay lógica en el fútbol y su emoción no entiende de justicia. Tampoco tiene corazón todos los domingos. Pero el juego fue justo con una afición que ha vuelto a vencer, pero que no ha dejado todavía de temblar. También con un técnico que ha tocado las teclas adecuadas. Ha sido emocional y directo en su discurso, aprendiz y maestro al mismo tiempo.
Gabi ha elegido la normalidad, un fútbol comprometido y la recuperación del pulso competitivo. Y de momento ha construido una columna vertebral, ha recuperado futbolistas y ha demostrado algo imprescindible: tiene un plan. En el tercer partido, se cumplió el guion que el técnico había marcado, punto a punto, renglón a renglón.
En sus primeras estaciones ha reciclado para su equipo un término que Simeone puso de moda en el fútbol: intensidad. Y resulta inevitable ver huellas de su mentor en su discurso y en el juego de su primer Zaragoza. El parecido se registra también en su lenguaje corporal, en su carácter y en sus lemas. El Zaragoza nunca se rindió y tampoco dejó de creer. En la previa del duelo, mi compañero de butaca me anticipó el resultado final:
-Ya verás. Vamos a ganar con gol de Jair. Va a ser el Godín de Gabi.
-Yo desde la llegada de Gabi también creo que lo vamos a sacar -se sumó otro.
-No será la primera vez que un hijo de Simeone triunfa en La Romareda- resolvió el primero.