ZARAGOZA | Este domingo a las 18:30, el Real Zaragoza afronta un partido que va más allá del fútbol. El equipo aragonés se despide de La Romareda con una final adelantada ante el Deportivo de La Coruña. Una victoria permitiría al club certificar matemáticamente su permanencia en LaLiga Hypermotion. En el centro de esta batalla, vuelve a estar un nombre de peso: Gabi Fernández. Volvió a uno de los clubes de su vida en un momento crítico. Lo hizo en plena tormenta, cuando el equipo había perdido el rumbo. Su llegada no fue como jugador, pero sí como figura de referencia. Con una plantilla desmoralizada, su puesto ha servido como revulsivo emocional y símbolo de identidad.
Gabi ha devuelto algo que parecía extraviado: el carácter zaragocista, ese que no se negocia cuando se pisa el césped. Dos valores: presencia en los entrenamientos y el esfuerzo por encima de todo. Sin hacer ruido, pero con la firmeza de quien ya ha vivido mil batallas. Ha ejercido como líder silencioso, como el pegamento entre los que creyeron y los que dudaban.
Oportunidad de valor para Gabi Fernández
El Real Zaragoza tiene ahora una oportunidad que no se puede dejar escapar. Ganar significa salvar la categoría con una jornada de margen sin depender de otros resultados. Lograrlo en casa, ante su gente, supone un aliciente emocional innegociable. El estadio será una olla a presión, un impulso más para un equipo que necesita sentir que no está solo. Toda una ciudad cuenta con un factor diferencial: despedirse con un mensaje claro de resistencia, orgullo y compromiso. Gabi como escultura de fondo, símbolo de esa lucha constante por no rendirse nunca.
En el viaje de vuelta tras la derrota en Oviedo, Gabriel Férnandez animó como uno más. El entrenador subió al autobús de los aficionados desplazados para agradecer cada aliento. Sabe que no es un momento fácil, pero el domingo se saca, así lo confirmó el técnico ante su gente. Se juega el cierre de una etapa complicada, el desenlace de una temporada irregular. Para Gabi, es también un escenario de confirmación de que su regreso ha servido para algo. El zaragocismo confía, La Romareda espera. Vuelve a estar donde siempre ha querido estar: en el centro de la batalla, cuando más duele, cuando más importa.
Más que fútbol
Desde su aparición, ha apostado por un sistema ordenado. La prioridad ha sido cerrar líneas, reforzar el bloque bajo y minimizar errores en campo propio. El mediocampo juega un rol clave, aportando equilibrio y ayudando en la salida limpia. En ataque, ha intentado devolver el protagonismo a jugadores con desborde y llegada. No es un Zaragoza brillante, pero sí uno más disciplinado, solidario y díficil de batir. La intensidad y personalidad no se negocia y menos en una mentalidad como la de Gabi. Su sello es claro: equilibrio, compromiso y sentido táctico, ingredientes para pelear por la salvación. Gabi tendrá que aprovechar su turno, todo pasa por un escudo con ganas de volar.