ZARAGOZA | Irene Burillo ha vuelto a sonreír en la pista. La tenista aragonesa ha protagonizado su mejor actuación del curso al alcanzar la final del ITF W35 de Båstad (Suecia), donde cayó ante la argentina Jazmín Ortenzi por 6-4 y 6-2. Aunque no logró el título, el torneo supone un importante impulso para la caspolina, que deja atrás semanas de resultados irregulares y vuelve a creer en su juego.
En sus redes sociales, Burillo resumía el sentir de estos días: «Buena semana, aceptando las condiciones y pasando muchas horitas en pista, sumando confianza». El mensaje lo dice todo. El esfuerzo y el trabajo han tenido recompensa. Y es que el camino hacia la final de Burillo en tierras suecas ha estado repleto de rivales exigentes y condiciones climatológicas complicadas, que no impidieron que la aragonesa desplegara un juego sólido y progresivo.
En primera ronda, superó a la rumana Irina Bara, en un estreno que marcó su buen tono competitivo desde el inicio. En segunda ronda, venció a la colombiana Yuliana Lizarazu, consolidando su presencia en la parte alta del cuadro. Su gran golpe llegó en cuartos de final, al vencer a la cabeza de serie número uno, la suiza Leonie Küng, por un claro 6-2, 6-0 en apenas una hora y cuarto. Un resultado que habla por sí solo. En semifinales, tuvo que emplearse a fondo ante la australiana Jaimee Fourlis, a la que derrotó por 2-6, 6-1 y 6-3, en un partido muy exigente física y mentalmente, con más de dos horas y media de juego.
La final, con esfuerzo pero sin premio
En el partido decisivo, Burillo se encontró con una sólida Jazmín Ortenzi, que dominó desde el fondo de pista y aprovechó las pocas concesiones de la española. El marcador final de 6-4 y 6-2 refleja la igualdad inicial y el control progresivo de la argentina, que impidió a la aragonesa levantar su primer título del año.
A pesar de la derrota, Burillo se marcha de Suecia con una gran dosis de confianza y con la satisfacción de haber roto la mala dinámica de los últimos meses. Hasta ahora, sus mejores resultados de 2024 habían sido una semifinal en Terrassa y unos cuartos de final en Platja d’Aro. Esta final en Båstad, por tanto, representa un salto cualitativo y emocional para su temporada.
El objetivo: Wimbledon
Tras disputar a principios de año la fase previa del Open de Australia, Irene no participará este curso en Roland Garros, por lo que toda su atención se centra ahora en lograr plaza para Wimbledon, uno de sus grandes objetivos del año.
La evolución mostrada en Suecia, tanto en el aspecto físico como en la gestión mental de los partidos largos, es un paso adelante hacia ese reto en hierba, superficie en la que ya ha demostrado sentirse cómoda en anteriores campañas.
A sus 26 años, y tras varios altibajos en el circuito ITF, Burillo sigue luchando por consolidarse entre las mejores raquetas españolas. La semana en Båstad no le ha dado un título, pero sí algo aún más valioso: impulso para creer en lo que viene.