JIM no sabe cómo esquivar la misma pregunta. ¿Va a jugar Azón de titular en esta ocasión? Su respuesta, otra vez, se pareció a las anteriores: “He hablado con el chaval. Lo importante es que cada vez que sale, da rendimiento. Si juega de inicio, fenomenal, y si sale después, también. Lo va a dar siempre todo”. La entrega sin cuartel de Azón favorece el discurso de su técnico, que le reserva para las segundas partes. Entre tanto elige opciones menos rentables ante el gol y sin su implicación en los partidos. En su elección hay una especie de juego perverso. JIM escoge para Azón el cartel de revulsivo y, por si acaso, no le da la oportunidad de cambiar su estatus. No le da la opción, ante la sospecha de que también puede valer para lo contrario.
Iván Azón es, en el buen sentido de la palabra, bueno. No se queja ni cuestiona las decisiones de nadie. Asume las injusticias como los golpes sobre el césped, como una parte más del juego. En el campo, sus recursos no son los más estéticos, pero el defensa tiembla siempre ante su cercanía. Es veloz en la carrera larga, inteligente en la batalla por la posición y generoso en la jugada. Cada vez más intuitivo en el remate, conviene recordar que sus cifras le acercan a la historia. Es el jugador más joven en alcanzar 8 goles con el Real Zaragoza, con cuatro tantos en cada una de sus dos temporadas.
Azón es más que una promesa. Su fútbol, en este Zaragoza, es puro presente. En carrera, convoca a las fuerzas de la naturaleza. En el área, intuye, absorbe y cada vez elige y remata mejor. Su potencia le permite situarse cerca del costado y en las últimas jornadas ha mostrado una sintonía especial con Álvaro Giménez o Miguel Puche.
JIM sigue esquivando su respuesta y aplazando la titularidad del canterano. Mientras tanto, ha conseguido poner de acuerdo a todo el mundo. Frente al Amorebieta, el Zaragoza debe formar con Azón y 10 más.