El fichaje de Kenan Kodro fue el movimiento más oculto de Txema Indias. Pareció una apuesta de autor, trazada en las últimas horas, escrita a través del parentesco que siempre unió a Indias con sus orígenes. Después de tener una amplia experiencia internacional, de coleccionar goles fuera del mercado español, Kenan Kodro volvía a la Segunda División. Lo hacía diez años más tarde, tras haber desarrollado su carrera en un sinfín de estaciones: Alemania (Mainz), Suiza (Grasshoppers), Dinamarca (FC Copenhague), Bulgaria (Ferencvàros) y Turquía (Gaziantep FK).
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La estela de su padre, goleador imprescindible de la Real Sociedad en los 90, marcó también sus pasos. Kenan eligió pronto el futbolista al que quería parecerse. Y, en el fondo, aunque esté muy lejos de lo que su progenitor fue, parece inevitable pensar en el uno cuando se mira al otro. Formado en la cantera de la Real Sociedad, Kenan pasó por Osasuna, Athletic y Valladolid antes de volar por Europa. Su carrera mantuvo un mismo hilo conductor: el gol. Los hizo en todas partes y de todas las formas posibles, hasta rondar los 100.
Kenan Kodro, un debut ilusionante
En solo unos minutos, el Real Zaragoza encontró en Kenan Kodro a una opción interesante. Fue capaz de peinar y palmear el juego, de darle una salida limpia a las acciones y de mejorar las jugadas. En el área todos sus movimientos tuvieron sentido y buscó el remate sin encontrar buenos centros. Con múltiples recursos en la delantera, Gabi Fernández descubre en Kodro un perfil que nunca tuvo. Rematador puro, es capaz de mejorar el fútbol del resto, de pensar en la portería en el área y en el grupo lejos de ella. Quizá al futbolista que mejor puede empastar con el resto.
Hábil en los primeros contactos, su referencia le puede dar espacio a Dani Gómez, un lugar al talento de Samed Bazdar y puede acercar también al área a Mario Soberón. En ese contexto, Kenan Kodro acuña el lema de los mosqueteros: uno para todos y todos para uno. En el área nunca olvidará cuál es su razón de ser, tampoco los secretos de su profesión. Ya saben. Tres letras tiene su juego.