ZARAGOZA | La afición conoció el Ibercaja Estadio en un amistoso que será difícil de olvidar. El Real Zaragoza le ganó al Mirandés (2-0) y eso siempre mejora las sensaciones, también las de un hogar provisional. La nota general de la afición sobre el estadio parece positiva: “Me ha encantado. No había ido a las jornadas de puertas abiertas y no esperaba vivir lo que hoy he vivido. Me parece que esto es mucho más que un albergue o un hostal para el zaragocismo. Es un hotel de cinco estrellas para dos temporadas”, nos dice la primera persona que nos encontramos de camino a los tornos.
En una batería de opiniones, que pretende cubrir muchos de los segmentos, caben lecturas diferentes y reflexiones para todos los gustos. Curiosamente sí que coinciden en la climatología como el gran inconveniente del Ibercaja Estadio. “Nuestro enemigo en este campo va a ser el frío. Y te lo digo ahora, que estamos a punto de entrar en agosto”; se escucha en el trayecto de vuelta. La sensación de que el estadio nace a la intemperie confirma un presagio: “va a hacer mucho frío en este estadio”, resumen todas las voces.
Sin speaker ni Gol de Pie, tampoco hubo la misma temperatura en las gradas. “Hace falta animación”, coincidieron las voces consultadas. Una de ellas descubre una novedad propia del Modular. La percusión se ejecuta con los pies, con el ruido que provocan las pisadas en la chapa. “Nos hemos inventado un cántico”, nos cuenta. La siguiente voz, abonado desde siempre, le resume a esta medio sus impresiones: “La valoración es muy positiva. Parece un campo de verdad, con todas las letras. Los accesos son muy sencillos e intuitivos. Entiendo que cerrarán las esquinas y eso permitirá combatir el frío mejor, pero la sensación es de que no va a hacer falta que haga mucho frío para que lo sintamos de verdad”.
El siguiente testimonio procede una mujer de mediana edad. Situada en las filas más altas del Ibercaja Estadio, advierte del frío que trae el viento. Y le añade una descripción a su discurso: “Me ha gustado el campo, la panorámica es bonita, los colores son espectaculares. Creo que no está mal para ser una casa temporal. Me parece que cuando haya grada de animación la acústica será brutal. En las filas más altas el frío es muy intenso, pero no es lo que más miedo me da: es la sensación de vértigo. El campo se hace más vertical y la altura de las últimas vallas es demasiado baja”. Un amigo de este medio, irónico en todo lo que dice, resume muchas de las mejoras pendientes: “Del campo me ha gustado todo menos el campo. Hay más arena que en las playas de Salou. Hay que mejorar la iluminación en las gradas, en cuánto cae la noche no se ve nada. Arriba hace más aire que en la esquina del Boston, necesitaremos cortavientos y un arnés de seguridad. Hay que cambiar a Bakis para siempre. Por lo demás, el campo me ha encantado”.
A la pieza le restan dos voces. La primera vuelve del Estadio Modular llena de emoción y entusiasmo: “Creo que va a ser un modelo imitado por muchos. En tiempo récord hemos construido un campo de verdad. En este estadio van a pasar cosas muy especiales”. Al otro lado del teléfono, una seguidora incondicional ofrece una perspectiva diferente: “Me he sentido extraña, como si estuviera en un desplazamiento. Como si llegara a una casa que no es la mía, pero a la que le han puesto mis muebles”.