Se fue Malo, y también Javier Borragán, un zurdo pura calidad, clave para entender la permanencia del equipo en la ASOBAL. Suele ser la ‘canción’ de cada verano. “Formamos jugadores, dan un salto de calidad y se los llevan equipos con más recursos. Es duro, pero es nuestra realidad. Si tuviéramos a Javi Barragán y Miguel, este equipo tendría un salto espectacular”, apostilla.
El nuevo Bada Huesca se arma con pocos cambios respecto al de la pasada campaña. Pocas incorporaciones y de mucha calidad. Hay confianza ciega en los que han venido -Tchitombi, Tekaya y Dani Álvarez- e igual en los que continúan. A las puertas del importante torneo de Santander donde este viernes el Bada Huesca juega contra el potente Torrelavega y el Conversano italiano el sábado más el domingo contra otro rival en función de los cruces, Fernando Pérez ‘pinta’ así a las tres incorporaciones: «Tekaya se complementa muy bien con Gabor, son distintos, y eso es bueno; Tchitombi sabe controlar los tiempos, jugar con el pivote y tomar decisiones importante y Dani tiene muy buen ataque».
Tras el partido contra Puerto Sagunto en Alcañiz, el torneo de Santander es de primer nivel. Tres partidos en tres días. “Queremos ver cómo trasladamos lo trabajado en los entrenamientos al partido. Es un paso más de exigencia”, subraya el entrenador. El torneo, organizado por la Federación Cántabra, cuenta con la participación de otros equipos ASOBAL como Valladolid y Sinfín, además de conjuntos europeos como el Bettingham alemán, dirigido por Iker Romero. Un cartel de prestigio que obliga al Bada a ofrecer su mejor versión.
“Estamos andando… y empezando a correr”
Aunque la base del equipo se mantiene, el cuerpo técnico reconoce que aún queda mucho por trabajar. “Estamos todavía en fase de arranque. A nivel físico estamos bien, pero tácticamente hay cosas cogidas con pinzas”, admite Fernando Pérez. La pretemporada avanza entre calor, carga física y ajustes técnicos. El objetivo es claro: llegar al arranque liguero con una estructura sólida, especialmente en defensa y en transición, donde el equipo brilló en la segunda mitad del curso pasado.
A pesar de todo, en Huesca hay confianza. Porque aunque las despedidas duelan, también son la prueba de que el trabajo se está haciendo bien. Y porque el balonmano, como la vida, sigue. Siempre.