ZARAGOZA | La percepción de los futbolistas cambia en directo, a ras de suelo. El fútbol se lee mejor desde lejos, pero al futbolista se le entiende mejor desde cerca. En las primeras filas se puede medir la velocidad a la que pasan las cosas. También se aprecia mejor la ejecución de los movimientos o el valor que tienen los espacios. Desde esa perspectiva se descubre que el fútbol siempre tiene prisa. Y a pocos metros de su radio de acción resulta más fácil alcanzar una idea evidente: el Zaragoza ha fichado con Sebas Moyano a un buen futbolista.
El Real Zaragoza no estuvo nunca del todo cómodo en Tarazona. El partido se embarró, fue áspero de principio a fin. Se disputó cada metro, con heridas en los duelos, en lo que nunca pareció un encuentro de verano. El Zaragoza tuvo que mover el balón de un lado a otro, obligado a tener paciencia. Buscó una grieta y asumió que sin tiempo y espacio para correr, este es menos equipo y menos Zaragoza. En el perfil izquierdo apareció una solución. Ahí estaba Moyano, con su centro de gravedad bajo y un regate de dos caras.
El cordobés maneja un recurso imprescindible en su posición: el arte del engaño. Corre, amaga y vuelve a correr, como si en su primer paso se guardaran todos los secretos. Ahí es ágil, suave, vertical. No acaba todo lo que empieza, pero en sus inicios es capaz de provocar muchas cosas. Con el tiempo ha mejorado uno de sus defectos más habituales, ser un jugador inconstante, capaz de alternar momentos de gran brillantez con largos minutos de absentismo. Solo necesita lo que quieren todos los futbolistas de su condición: la confianza del entrenador y el contacto habitual con la pelota.
Sebas Moyano, el arte del regate
En plena madurez, la paternidad le ha hecho dejar atrás despistes que marcaron su juventud. Manolo Sanlúcar le contó a este medio algunos detalles: “Era de los que podían dejarse las botas o llegar tarde al autobús, pero siempre nos dio algo muy diferente. Ahora es otro. Mucho más hecho, comprometido y diferencial”. Moyano ya conocía la ciudad, pero lo hizo desde el CD Ebro, desde un prisma diferente. Y él siempre pensó en secreto que podía brillar en Zaragoza.
Hecho para el último tercio, maneja tres recursos en uno solo: desborda, tiene último pase y el gol en la mirada. La prueba de ello llegó el sábado, en una acción de otro partido en Tarazona. El cordobés dirigió una transición y supo decidir en cámara rápida. Una que vez que corrió, fijó y dividió, insertó un mensaje en el servicio a Soberón. En ese pase el gol ya estaba escrito. Lo marcó Pau Sans y lo celebró de una forma especial Sebas Moyano, su autor intelectual.
Su fútbol es un callejón de dos salidas y su juego mejora en las distancias cortas. En un tiempo en el que sirven las reflexiones pero no las grandes conclusiones, se puede decir que Moyano ha ilusionado en sus primeros pasos. Carlos Pomares, un socio especial en sus años en el Oviedo, dejó una pista interesante en su presentación: “Sebas Moyano tiene cosas muy especiales, virtudes difíciles de encontrar en Segunda. Hay que saber cuidarle y mantener su alegría para jugar. Si lo conseguimos, siempre será un jugador importante”.