Esa aparición le valió su salto al Levante, donde no logró encajar al mismo ritmo. Tampoco en sus pasos posteriores, en el Espanyol o Valencia. En esas estaciones siempre ha mostrado ser un delantero fino, móvil y con grandes soluciones en la definición, pero inconstante y poco integrado en los equipos. “Creo que le ha podido pesar su condición de canterano del Real Madrid. La imagen que ha proyectado en algunas ocasiones es la de un futbolista algo arrogante, con ínfulas, que no siempre gustó a su afición. Es una pena, en las distancias cortas es un chico bueno, muy cariñoso”, dicen desde Orriols.
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Dani Gómez, en busca de un impulso en el Real Zaragoza
Acostumbrado a espaciar sus oportunidades, no logró ser indiscutible en el Espanyol, Levante o Valencia. Involucrado en tres proyectos que no alcanzaron sus objetivos, Dani Gómez quiere cambiar la inercia en La Romareda. La insistencia de Juan Carlos Cordero y el esfuerzo personal del delantero han jugado a favor de la operación. En la negociación hubo paréntesis, encuentros y desencuentros, pero todo quedó muy marcado por la voluntad del futbolista, que ha rebajado su salario y ampliado sus años de contrato en Zaragoza hasta 2028. Un detalle clave fue definitivo: Dani Gómez ha encontrado en el Real Zaragoza el cariño, el interés y la cercanía que necesitaba para apostar por un proyecto.
Intuitivo, ágil y fino en sus remates, Gómez se desenvuelve bien en el fútbol de transición. Huele la sangre y es bueno en los contactos: en el área piensa en sí mismo y en el remate. Debe mejorar su elecciones en los metros finales y encontrar una cohesión con sus compañeros que no siempre ha tenido en sus últimas aventuras. Gómez quiere probar en Zaragoza que sigue habiendo goles en sus botas. También que puede relanzar su carrera en un lugar que hace o muy grandes o muy pequeños a los delanteros. En el trayecto cargará con una herencia difícil, que en el fondo no le corresponde: llenar el hueco que deja Iván Azón. Y mientras tanto buscará una victoria todavía más sustancial en La Romareda: volver a ser él mismo.