Autor de 8 goles hasta la fecha, sus virtudes se aplican en el área. Frío y puntual, resuelve con calma en el tiempo de las prisas. Ha llegado a Zaragoza en el punto de cocción ideal, maduro, listo para ser definitivo. Fino y elegante, posee un amplio abanico de recursos técnicos y un instinto diferente. Goleador silencioso, no necesita alzar la voz para resolverlo todo.
⚽️🦁 ¡Lunes a la vista| La previa del Real Zaragoza vs Albacete | El discurso de Fernando López | Palmadas al Viento
El Zaragoza ha tenido grandes goleadores en sus años de Segunda. Descubrió a Borja Bastón, Ángel Rodríguez, Borja Iglesias o Luis Suárez. Maikel Mesa recibe ese testigo ahora. Y la diferencia es que lo hace sin ser un delantero, pero con los registros de un finalizador puro. Sus 8 goles han llegado en 24 lanzamientos totales, con 15 disparos a puerta. Oculto hasta llegar al área, su fútbol no es poesía, sino una prosa concreta y letal.
Tinerfeño, su morfología no es la del típico jugador canario. Acostumbrados al fútbol más pausado, en Las Islas se fabrica un jugador de calle y de playa. Centro de gravedad bajo y un juego que se entiende a través del pase corto y del regate. Mesa comparte el dominio del juego, pero es longilíneo en su físico y elástico en sus registros. Guarda el balón, manosea la jugada y su mejor condición no reside en estar siempre presente, sino en aparecer por sorpresa.
Antipático a veces, en su juego hay un punto de arrogancia. La del que es muy bueno y lo sabe. Su lenguaje gestual es el de un jugador exigente, empeñado en mejorar el fútbol del resto. Hay tramos de los partidos en los que puede parecer desquiciado, en busca de un lugar definitivo en las jugadas. Encuentra su sitio ante el gol, con una celebración que es ya una marca registrada.
Maikel Mesa decide la suerte del grupo. Más determinante e importante que protagonista, sabe camuflarse para marcar. Indetectable, su fútbol está hecho de talento y de sangre fría. Un guante elegante sostiene las opciones del Real Zaragoza en la temporada.