Me asombraba de Tena su forma para encajar en los vestuarios: aunque conectaba mejor con los chavales jóvenes, su naturalidad y desparpajo calaba en los vestuarios mayores tras el primer entrenamiento. Sabía hacer grupo, sabía manejar a los que tenían menos minutos y todos lo respetaban. Generaba un vínculo fantástico con los futbolistas que entendían su manera de jugar, tenía un no se qué que sabía hacerles click en la cabeza a esos jugadores diferentes, y al final sacaba de ellos lo mejor. He vivido cosas fantásticas y surrealistas con él: un partido de 5 minutos que fue aplazado en su día y que encima terminó perdiendo cuando se suspendió con 0-0, o un partido en el que no pudo estar y que intentamos cambiarlo de día y hora y no hubo forma en que tenía que informarle cada 5 minutos de todo lo que pasaba en el nuevo Los Olmos de Binéfar.
Tena era fútbol, pero el fútbol de pueblo: el de cadetes y juveniles, el del Sariñena, el del Peñas o el de cualquier otro equipo regional. Creo que era tan disfrutón de esas categorías que la gozaba mucho más en As Balsetas de Bolea que en el Municipal de Barbastro, y yo, que desde niño crecí con ese fútbol le entendía perfectamente. Me sorprendía que le gustara más charlar con Ramón Calvo o Luis Ausaberri que verse una charla de Juanma Lillo, que fuera zaragocista furibundo siendo de Huesca y que no se escondiera. Y a pesar de todo eso, disfrutó de los buenos tiempos del Huesca como un aficionado más.
De Tena me admiraba que nunca hablara mal de nadie, ni se enfadara por cosas o con personas con quienes tenía motivo para ello. Cuando le decía algo al respecto me decía: «Anda tira, que no vale la pena». Tena me enseñó a no venirme abajo en las derrotas, a bajar del autobús con una sonrisa a pesar de perder. A querer más a lo de casa y a hacer grandes las pequeñas cosas de cada día. Echaré mucho de menos no decirle: «Hola jeta» y escuchar su respuesta: «Hola sinvergüenza.» Nos saludábamos siempre así incluso a gritos por la calle. Cualquiera que nos viera seguro que fliparía, pero Tena era así, un gozón de la vida y del fútbol. Cada vez que piense en fútbol, voy a pensar en ti, amigo. Gracias por todo, «Jeta». Buen viaje.