Víctor Fernández y Juan Carlos Cordero planean una reconstrucción de su plantilla, con refuerzos en todas las líneas. Más allá de esa obviedad, el técnico le ha depositado una fe especial al binomio que Aguado y Moya pueden formar. La ilusión que alimenta esa sociedad apenas pudo verse en el curso pasado. Llegó en pequeñas dosis, quizá en el tramo en el que coincidieron con Víctor Fernández en el banquillo.
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Tras un partido gris del grupo, en Miranda, el técnico eligió el refuerzo positivo para los dos futbolistas. Con la confianza de su entrenador, también depositada en los peores momentos, llegaron a mezclar mejor que nunca en las siguientes fechas. Los dos se entendieron, supieron expresarse a través del pase y alcanzaron el mejor fútbol de la temporada. No fue mucho. Pero sí lo suficiente para creer que el juego del Zaragoza de este curso podía articularse con los dos.
Como en el curso pasado todas las cosas buenas duraron demasiado poco, la lesión final de Aguado impidió que esa sociedad se extendiera en el tiempo. Los elogios de Víctor Fernández nunca fueron gratuitos. El técnico descubrió en ellos una posibilidad, con la esperanza de que mañana fueran una certeza. Desde Elche llegan cantos de sirena para Marc Aguado, que el Real Zaragoza debe silenciar con una renovación. El club, por su parte, no escuchará ofertas por Toni Moya, convencido ya de que debe ser una pieza esencial del mediocampo.
El lenguaje en las redes sociales descubre algunos planes encubiertos de los clubes. Nada parece casual en ese formato, en el que se escribe con una tinta que queda para siempre. Ayer Toni Moya y Marc Aguado posaron juntos en el primer día de trabajo. Y el Real Zaragoza espera que desde esa fotografía se entienda mucho mejor su propuesta.