Introvertido, mucho más maduro de lo que los inviernos de su DNI deslizan, Martí Vigo se formó en el circuito de fondo de Llanos del Hospital. Deportista de la Agrupación Deportiva Hospital de Benasque a los 4 años se calzó los esquís de fondo. Parte de culpa su hermana Berta, también, una gran esquiadora de fondo y una buena colección de entrenadores forjaron su esquí. Quizá uno con nombre propio: Guillem Sancho. Esta tarde ha recibido la llamada de sporthuesca desde Italia donde se encuentra. «La verdad es que estoy muy contento y muy ilusionado», dijo. Si descontaba los días para ser olímpico, ahora lo hace con lo que le queda para entrar en la competición. El 16 de febrero participará en los 15 kilómetros de skating, el 21, con Imanol, en la prueba de sprint.
Llegar a ser olímpico ha requerido un trabajo concienzudo de este estudiante de fisioterapia en Lérida. No es fácil ser esquiador en España pese a que es el segundo país más montañoso de Europa y menos aún de fondo. Las comparaciones son odiosas, sí, pero los países escandinavos y los que descansan en los Alpes son (casi) de otra liga. Acudir a las olimpiadas, tener billete para estar allí, ha supuesto para Vigo entrenamientos intensos y acaparar primeros puestos; desde las competiciones menores a los nacionales y dar el salto a las internacionales. En su bagaje, entre otros, participación en el Foje de 2015 en Vorarlberg (Austria) y en el Mundial Júnior en Estados Unidos el pasado año antesalas de su debut, hace un par de semanas, en la Copa del Mundo de Dresden.
Si bien Sesué es su casa, las competiciones en el centro de Europa le han obligado en esta campaña a cambiar los planes. Austria es ahora su plataforma, donde entrena y descansa. Es su cuartel general. Desde allí descuenta ya los días para volar rumbo a Corea del Sur y como miembro de la delegación española en los Juegos Olímpicos.