Durante las primeras 24-48 horas se aplicará hielo, antiinflamatorios y vendaje compresivo en la zona afectada. Dependiendo del dolor, también se recomienda el uso de muletas. Una vez tengamos el diagnóstico definitivo, se valorará la infiltración de plasma rico en plaquetas (Factores de Crecimiento) en la lesión, un tratamiento utilizado en casos graves para acelerar y mejorar el proceso de regeneración muscular y acortar el tiempo de recuperación
En lesiones más leves, se pueden aplicar de forma temprana sesiones de fisioterapia para drenar el hematoma y eliminar la contractura postlesional. El control ecográfico semanal nos orientará sobre la evolución de la lesión y cómo realizar las sesiones de fisioterapia.
La parte desgarrada del músculo se cura a través de dos mecanismos, uno es la regeneración muscular y el otro es la cicatrización fibrosa, la idea es que predomine la primera por qué la cicatriz va a generar un músculo de menor tamaño y menos elástico, lo que predispone a nuevas lesiones en la misma zona, es por esto que la movilización precoz del afectado es la premisa, si el reposo es muy prolongado el proceso de curación tenderá a dirigirse hacía la formación de esta cicatriz fibrosa y no de músculo nuevo.
El tiempo de recuperación variará según la magnitud de la lesión. Habitualmente es necesaria una semana de baja por cada centímetro lesionado.
La reincorporación del deportista debe ser progresiva, ya sea amateur o de competición, aunque en deportistas de élite es clave el papel del readaptador físico, que entrenará individualmente al jugador hasta el retorno a la práctica deportiva.