ZARAGOZA | Miguel Linares siempre fue un obrero del gol y un trabajador del fútbol. Dejó huella en muchos lugares, pero su vida es un viaje entre dos estaciones: Zaragoza y Oviedo. Ahora, tres años después de retirarse, cuenta los goles que antes marcó en Radio Marca. En los días previos a un partido diferente, Linares atiende a Sport Aragón. La conversación, como no podía ser de otra forma, gira en torno a las tres letras más importantes de este juego.
Es una semana diferente para ti, ¿cómo vive Miguel Linares los días previos a un Oviedo vs Real Zaragoza?
Para mí siempre es especial que juegue el Real Zaragoza. Si se une que además se enfrenta al Oviedo lo es todavía más. Por un lado, reconozco que no me gustan estos partidos, siempre pierde o deja de ganar el que quiero que lo haga el resto de las semanas. Me conformaré con que cumplan los dos sus objetivos al acabar la temporada.
No te voy a preguntar con quién vas, pero ¿quién crees que necesita más la victoria?
En Oviedo te dirán que ellos y aquí te dirán que el Zaragoza. En Oviedo te lo dirán porque el Zaragoza está a cinco puntos y dan por hecho que nos vamos a salvar. Aquí dicen que el Zaragoza los necesita más porque se está jugando la vida y el Oviedo tiene una distancia similar por el playoff.
¿Cuándo te preguntan en Oviedo qué le pasa al Real Zaragoza que les respondes?
Me lo preguntan mucho. Y nunca lo puedo explicar. Tienes un estadio espectacular, con una afición espectacular, todas las comodidades de un equipo de Segunda División. Creo que se hacen buenas plantillas pero nunca se logra sacar el rendimiento que podría dar el grupo. Es otro año de cuatro entrenadores y eso significa que nada ha salido bien. Ha habido muchas lesiones, bajas importantes, malas dinámicas y, además, has hecho muchas cosas mal en el camino. Pero es fútbol. Y tarde o temprano nuestra suerte tiene que cambiar.
Los secretos de Miguel Linares
Nos has dicho alguna vez que al fútbol no le debes nada porque se lo habías dado todo, pero ¿qué le debe Miguel Linares al garaje en el que todo empezó?
Creo que mi forma de vivir el juego, de competir, procede de ahí. A menudo lo digo en la transmisión de los partidos. En la situación en la que está el Real Zaragoza, tienes que jugar como si estuvieras en el patio de colegio, como cuando te daba rabia que te quitaran el balón. Hay veces que esa forma de competir te puede servir también en la élite. El garaje en el que ensayaba con mis hermanos me dio cosas diferentes, una intuición distinta. Le debo mucho al fútbol de calle.
¿Un goleador nace o se hace?
No lo sé, supongo que pueden pasar las dos cosas. Creo que se puede fabricar si tienes unas condiciones espectaculares, pero hay jugadores que nacen con esa condición. Por ejemplo, Vinicius no era un goleador hasta hace cuatro días, pero tiene un potencial físico y técnico tan grande que ha aprendido a serlo. Hay otros jugadores que tienen ese don, que no necesitan incorporarlo. En mi caso, sin tener tanta calidad, siempre tuve gol. Es un instinto, algo que tienes dentro. Te dice dónde va a caer la pelota y luego suele caer ahí.
Hace tres años que te retiraste, pero ¿aún sigues soñando con goles?
Ahora menos. Casi me tengo que centrar más en los de mi hijo. Pero sí, cada vez que voy a La Romareda daría lo que estuviera en mi mano para poder jugar y vivir un partido una vez más. Me gustaría disfrutar de esta afición una última vez. Es una locura. Ahora veo los partidos desde los medios y lo que está pasando en los últimos encuentros, jugándote la vida, es algo que hacía muchos años que no sentía. Solo poder vivir eso nos convierte en unos privilegiados.
¿Con qué sueña más un goleador? ¿Con los que goles que marcó o con los que no pudo cantar?
Los que fallas son pesadillas que siempre vuelven. Pero un goleador siempre sueña con el gol que aún puede marcar. Para un delantero el contexto soñado es salir al campo con uno cero perdiendo y darle la vuelta al partido. Con goles suyos si puede ser. El otro día Alberto Marí y Dani Gómez lo lograron y creo que lo merecían.
Fueron un poco el Miguel Linares de este tiempo…
Ese era el Miguel Linares que cogía lo que le daban. El que le dejaban ser. Si me daban cinco minutos, disfrutaba. Si me daban veinte, pues veinte. Siempre intentaba estar preparado para cualquier momento, para cualquier situación y creo que es algo que logré hacer durante toda mi carrera. Todo depende de la cabeza de uno mismo, de estar seguro y tranquilo con el trabajo. Siempre supe que era muy válido y que debía adaptarme a todos los contextos. En el Real Zaragoza no tuve la suerte de gustarle del todo a Víctor Fernández. Pero me iba a casa muy tranquilo, confiaba en mi trabajo, creía que podía aprovechar cada oportunidad.
Ahora que has encontrado tu lugar en los medios, puedes responder mejor a esta pregunta. ¿Qué es más fácil? ¿Marcar un gol o contarlo?
Es mucho más fácil contarlo. Cualquier persona que esté narrando un partido tiene una facilidad propia y un talento especial. Pablo Carreras, por ejemplo, ha nacido para esto. Le sale tan natural y lo hace tan bien que se nota que ese siempre será su terreno. Pero estar dentro es mucho más complicado. El otro día el gol de la victoria lo marcó Dani Gómez, por mucho que La Romareda soplara a su favor. Un estadio como este puede derribar cualquier muro, pero luego hay que rematar el balón como lo hizo Dani. La ejecución fue perfecta y eso es mucho más complejo que contarlo bien.
¿Por qué la portada más importante de tu vida es la de un Linares que no eras tú?
(Flipa, recuerda y se emociona)
Porque mi hermano mayor siempre ha sido mi ídolo. Tiene ocho años más que yo y es la persona en la que siempre me he fijado. Él jugaba a fútbol sala y era muy bueno. No tenía la cabeza que tuve yo luego y eligió el camino fácil. Fue menos disciplinado y quiso dedicarse a otras cosas, a ir más a lo suyo. Pero aquella portada se me grabó a fuego. He tenido muchas portadas muy bonitas dedicadas a mí, pero esa me marcó para siempre. Cuando leí ese ‘Magic Linares’ fue algo increíble, que aún me cuesta contar.
Una carrera en busca del gol
Llevamos toda la conversación hablando de goles y es una obligación: son el mejor el resumen de tu carrera. Los goles te llevaron desde Utebo al Deportivo Aragón, de Huesca a Barbastro, de Alcoyano a Salamanca, de Huelva a Oviedo. Desde Reus hiciste el camino de vuelta pero si hay una estación en la que debemos detenernos es en El Tartiere, ¿cómo cambió Oviedo tu vida?
Mi historia del amor con el Oviedo comenzó dos años antes de fichar, mucho antes de que yo supiera que iba a acabar jugando ahí. En el Elche coincidí con Pelayo Novo, que en paz descanse. Nos contó la situación del Oviedo, el equipo de su tierra. El club pasaba por una momento crítico y apuntó en la pizarra una petición para que ayudáramos los que quisiéramos. Le dije que comprara un par de acciones a mi nombre.
No debe haber muchos futbolistas que hayan sido antes accionistas de un club que jugadores del mismo equipo…
Probablemente no haya muchos. Cuando estaba en el Recreativo, Carmelo del Pozo no paró de llamarme. Nunca podré agradecerle lo suficiente esa insistencia. Me cambió la vida. Estaban en Segunda B y nosotros estábamos líderes de Segunda. Llegué a La Romareda en esa posición y marqué en el campo en el que siempre quise jugar. Era diciembre y con el Recre vivíamos en una posición privilegiada. Pensábamos en el ascenso a Primera División y me llamaba un equipo de Segunda B. Cuando se acercaba el final de temporada, fui tomando conciencia de lo que era Oviedo. Escuché a Carmelo y acepté. Después de fichar, a las cuatro semanas, le dije a Esteban: “Solo por esto ha merecido la pena venir”. Era el primer desplazamiento. Fuimos al campo de la Cultural Leonesa y había 5000 ovetenses.
¿Es la mejor decisión que has tomado en tu vida?
Sí, sin duda. Siempre he dicho que Zaragoza y Oviedo no solo han marcado mi carrera sino también mi vida. Tengo el corazón zaragocista y seré también del Oviedo hasta el día en que me muera.
Las muñequeras dejan huella…
Sí, te contaré la historia. Siempre he jugado con una virgen en la muñeca y llevaba esparadrapo blanco por encima. Cuando falleció mi madre en 2014 tomé la decisión de cambiarle el color por el negro hasta que me retirara. En Oviedo, todos los niños me pedían la muñequera al acabar los partidos. Les decía que era simple esparadrapo y que se rompía. Le dije a mi mujer que tenía que hacer algo. Pensé mucho y nos inventamos una especie de muñequera en la que ponía mi nombre. Después de cada partido se la regalaba a un niño. Incluso se llegó a vender como una acción benéfica para una asociación de niños con cáncer. En la tienda del club siguen guardando una de ellas a modo de recuerdo. Siempre me hizo mucha ilusión: la llevaba por mis padres y se convirtió en algo especial también para los aficionados más jóvenes del Tartiere.
Miguel Linares, de Oviedo a Zaragoza
Después llegó un camino a la inversa, un viaje al revés. Después de pasar por el Reus vuelves a Zaragoza, en el tramo final de tu carrera, para acabar en el equipo en el que siempre soñaste jugar. ¿Qué supuso para ti?
Creo que se hizo justicia. Me parecía que yo le había dado más al fútbol de lo que el fútbol me había dado a mí. Tuve compañeros que habían hecho menos méritos que yo y la recompensa del fútbol había sido mayor que conmigo. Tenía un ascenso a Primera División pero nunca pude jugar. En el momento en el que firmé con el Zaragoza me dio igual no haber jugado en la máxima categoría y me olvidé de los años perdidos por las lesiones. Jugar en el Real Zaragoza era para mí lo más importante, lo que había soñado toda mi vida.
¿Te impresionó que te entrenara Víctor Fernández?
No. Como zaragocistas todos sabemos lo que representa, pero a mí me entrenó Fernando Hierro, me entrenó Sergi Barjuan, me entrenó José Bordalás. Víctor es un mito del zaragocismo pero no deja de ser una sola persona. Una vez que te entrena te olvidas de esa figura, te centras en su labor como técnico y en hacer tu trabajo como futbolista. Él prefirió a otros delanteros pero siempre me respetó mucho. Y yo quise aprovechar cada minuto que me dio.
En tu carrera hubo muchos otros entrenadores que te marcaron…
Con el que más he disfrutado fue con Sergi Barjuan. En plena competición no es fácil pasartelo bien. Y con Sergi lo conseguí. Después, con nadie competí mejor que con José Luis Bordalás. Se ajustaba a mi forma de jugar. Es un técnico que te exprime, que te saca todavía un poco más de lo que tienes. Estaba hecho para mí y yo para él.
El fútbol también te hizo coincidir con jugadores muy especiales en La Romareda, entre ellos pocos como Shinji Kagawa o Luis Suárez…
Shinji Kagawa veía el fútbol antes que el resto, tenía un talento brutal, hacía controles únicos. Luis Suárez es, simplemente, una barbaridad. Ahora mismo no sabría decirte seis o siete delanteros mejores que él en Primera División. A pesar de estar en Segunda, lo pongo por delante de delanteros como Sorloth, para que te hagas una idea. Está además en un momento increíble. Es un gran tipo: cercano, humilde, un currante del fútbol. Siempre se habla de la competencia entre delanteros pero siempre me he llevado muy bien con todos mis compañeros de ataque. Y con Luis tengo una relación especial.
Ahora, desde los medios, me imagino que también sigues de una forma especial los partidos de Mario Soberón…
En pretemporada dije que iba a marcar 15 goles, pero no contaba con los cuatro meses que ha estado fuera. Me parece que es un delantero que sin destacar en nada, lo hace todo bien. Va bien de cabeza, tiene buen golpeo, es oportunista, le da continuidad al juego… Me parece un espectáculo de jugador sin llegar a dar nunca espectáculo. Todos nos preguntamos lo mismo, ¿qué hubiera sido de la temporada si Soberón no hubiera faltado tanto tiempo?
¿Va a conseguir el ascenso el Oviedo?
Ojalá este sea su año. El ascenso directo está complicado pero estoy seguro de que lo van a pelear. Siempre he pensado que para subir en un playoff primero lo has tenido que perder. El Oviedo lo perdió el año pasado y ojalá lo gane en este.
¿Se va a salvar el Real Zaragoza?
No tengo ninguna duda. Se va a salvar.
Ha fallado el equipo, pero el campo está como nunca…
La Romareda ha entendido cuál debía ser su papel: siempre ha estado espectacular pero ahora parece todavía más importante en la marcha del equipo. Lo único que podemos es dar las gracias. Vamos a extrañar mucho el estadio. Esta ciudad merece un campo de este siglo, pero la vamos a extrañar tal y como es. Ojalá con La Nueva Romareda el club vuelva a Primera, donde siempre ha merecido estar.
Hay que cerrar con las tres letras que mejor explican este juego, ¿qué es para ti el gol?
Es la mejor sensación que te da el fútbol. Es alegría, liberación, felicidad propia y compartida. Es lo más cerca que se puede estar de tocar el cielo.