Los Anaitasuna Bada Huesca siempre tienen algo especial. Por la historia más reciente de ambos clubes y por el trasiego de jugadores. El equipo de Pamplona vive el balonmano como pocos. Lo ancla en su cantera que forma jugadores para el primer equipo. Un club modélico. La Catedral siempre bebe buen balonmano y sin su público fiel en la grada por la pandemia no es lo mismo. Los ‘verdes’ siempre están allí. Pasionales y con sapiencia sobre este deporte.
El Bada Huesca llega con tan solo dos días de descanso activo para medirse a un Anaita que no jugó la anterior jornada prevista contra Sinfin por la Covid-19. Más descansados, sí; con ese puntito de incógnita por la falta de un partido de competición, también. Los navarros están en una temporada de mudanza. Nuevas caras en el banquillo y sobre el 40×20. Cambiarán nombres, pero siempre con buenos jugadores.
Anaita arma una plantilla que le permite manejar distintas defensas porque hay piernas suficientes para ello. Plantean un 6:0 y pueden variarla. Tienen capacidad para defender 3:2:1, 3:3 y 5:1. Y eso provoca dudas en el rival y, en ocasiones, también en ellos mismos. Si pierden la sincronía será un paso más para lograr la victoria ante un equipo que no termina de engarzar una buena racha de resultados pero que ha sido capaz de ganar en pistas difíciles como la de Ademar León-
Nolasco ha puesto nombre propio al peligro de Anaita. Torriko, Eduardo Fernández, Izquierdo, la veteranía de Juan del Arco, Bazán, Álvaro Gastón, Chocarro y la portería defendida por Nicolai o Cancio son argamasa para una buena plantilla que dirige Quique Domínguez. Los navarros son en estos momentos décimos, con 10 puntos en 11 partidos.