ZARAGOZA | El Real Zaragoza esperó durante todo el verano a Paul Akouokou, que llegó sobre la bocina. “Estoy listo”, dijo en su presentación. Y el fútbol le obligó a demostrarlo en su primera ocasión, ante el Valladolid. El accidente de Radovanovic forzó su debut, que llegó a la carrera y sobre la marcha, esta vez sin tiempos de espera.
Akouokou salió al campo en el minuto 8 y tuvo su primera intervención a los 20 segundos, con un balón que quedó muerto en la frontal. Su disparo se estrelló en la muralla, pero sirvió para demostrar que había llegado al partido para cambiarlo. Dicho y hecho. El centrocampista marfileño fue capaz de tener un impacto inmediato. Ganó balones muertos, dominó todas las disputas y sirvió para mejorar al resto. Si el Zaragoza mejoró su pulso competitivo, una parte de ese crecimiento se explica a partir de Paul Akouokou.
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Paul Akouokou, el mediocampista esperado
El marfileño intuyó los pases del rival, también el curso del partido. Anticipó, recuperó y jugó tan simple como bien. Una cualidad le define: suele dar los toques que pide la jugada, los justos y necesarios. Los errores, que parecieron mínimos en el global de su partido, admiten además una disculpa. Se explicaron a partir de sus impulsos y sus ganas de agradar. Sin capacidad para regularse en las disputas, pudo ganarse una expulsión en una entrada en la segunda mitad. En el resto de las cosas, ganó y eligió siempre bien.
En un equipo que quiere empezar a ser dominante desde lo físico, Akouokou se entiende bien con Yussif Saidu, con el que puede formar una gran sociedad. Francófonos y con muchos códigos compartidos, a Akouokou le ha impresionado la valentía y la naturalidad de Saidu en sus primeros pasos. El ghanés, por su parte, siente admiración por Akouokou y le mira con ojos despiertos, como si quisiera aprender todo de él.
Los números de un debut
Sus primeros pasos en Zaragoza demuestran que en Akouokou hay un futbolista de verdad. Con huellas en grandes escenarios en sus últimas temporadas, su estreno en El Modular fue ilusionante de principio a fin. Los números prueban además que su efecto fue inmediato. Akouokou ganó 8 de los 10 duelos en los que participó, sumó un 82 % de acierto en sus pases y a su partido le añadió 4 despejes, 3 entradas y 2 interceptaciones.
Las impresiones, siempre subjetivas y a menudo generosas con los que acaban de llegar, le sitúan como una llave maestra, quizá el fiel reflejo del Zaragoza competitivo que Gabi Fernández quiere ver. También como un mediocampista al que mereció la pena esperar.