ZARAGOZA | El Casademont Zaragoza afronta este domingo (17.00 horas) uno de esos partidos que pueden marcar una temporada. A tres jornadas del final de la Liga Endesa, el equipo dirigido por Rodrigo San Miguel visita el Bilbao Arena con la urgencia de sumar una victoria que le permita seguir aspirando a una plaza en competición europea el próximo curso.
No será sencillo. Los rojillos no ganan fuera de casa desde el 9 de febrero, cuando derrotaron al Bàsquet Girona (89-101). Desde entonces, arrastran cinco derrotas consecutivas como visitantes, una dinámica que necesita revertirse ya para evitar que el objetivo continental se esfume. Para mayor inri, ipso facto, pues quedan tres jornadas contando con la de este domingo.
Situado en la duodécima posición, Casademont Zaragoza mantiene opciones reales de alcanzar Europa. Pero cada paso en falso pesa más cuando el calendario se agota. Por detrás aprieta el Río Breogán, que esta jornada se mide a un Granada que lucha por la permanencia, siendo lo más plausible un triunfo lucense, obligando a los rojillos a sumar en el suyo a domicilio para seguir con opciones europeas.
En ese contexto, el duelo en País Vasco adquiere tintes de final. Una derrota podría permitir al propio Bilbao Basket, que marcha a solo una victoria de distancia, adelantar en la tabla al Casademont, dificultando aún más el acceso al sueño europeo. El recuerdo más cercano invita al optimismo. En la primera vuelta, el cuadro aragonés superó con solvencia a los bilbaínos en el Príncipe Felipe (82-71) que se podría antojar, en caso de necesitarlo, como algo vital en el tema del basket-average.
Bajas sensibles e incógnitas tanto en Casademont como en Bilbao
Casademont Zaragoza llegará con prácticamente toda su plantilla disponible, salvo el ya esperado Jaime Fernández, que sigue fuera por el edema en el tobillo que arrastra desde hace semanas. La principal duda recae en Marco Spissu, que ha tenido problemas físicos y no ha podido entrenar con normalidad durante la semana. Su presencia es clave para el equipo, tanto por liderazgo como por capacidad anotadora, como a la hora de rotar a Trae Bell-Haynes, a quien si no le tocará hacer otro partido kilométrico.
En el otro lado, Bilbao Basket no podrá contar con Tryggvi Hlinason, uno de los pilares interiores del conjunto vasco y exjugador del Casademont Zaragoza. También está en el aire la participación del alero Malcolm Cazalon, que sigue renqueante del tobillo. Aunque sí con el base sueco Melwin Pantzar (9,6 puntos; 2,9 rebotes; 3,7 asistencias y 13 créditos) y ala-pívot belga Thijs De Ridder (9,2 puntos; 5 rebotes y 9,5 unidades valorativas), dos de sus armas más afiladas.
A falta de tres jornadas, la pelea por entrar en Europa está al rojo vivo. Casademont Zaragoza necesita reaccionar a domicilio, donde no ha logrado imponer su juego en los últimos dos meses. Para ello se antoja clave reducir la sangría defensiva, clásica ya en todas las semanas, y afinar la muñeca en ataque. Si el Casademont lo hace en Bilbao, no solo conservará sus opciones europeas, sino que enviará un mensaje claro de ambición a falta de las dos jornadas restantes que quedarán.
Porque más allá del resultado, lo que está en juego es el proyecto, el futuro y la posibilidad de volver a recibir a equipos de todo el Viejo Continente en el Príncipe Felipe. Para ello, ganar en terreno vasco no es una opción: es una necesidad.