ZARAGOZA| Dani Gómez ha perdido protagonismo desde que Gabi Fernández ocupa el banquillo del Real Zaragoza. En sus primeros pasos, el técnico decidió darle continuidad a la dupla establecida por Miguel Ángel Ramírez. Sin embargo, los últimos precedentes colocan a Samed Bazdar como la pareja de baile de Mario Soberón, relegando al ‘9’ a un lugar complejo en el panorama ofensivo.
Tras tener una participación constante en sus primeras semanas, Dani Gómez tan solo ha disputado 15 minutos en los dos últimos encuentros. Quizá este puede ser el punto de partida de uno de sus primeros baches con la elástica zaragocista. Si bien se erigió como un activo diferente en la zona de ataque, sus últimas actuaciones le han llevado a ocupar un puesto más comprometido en la rotación. El punta suma ya cinco partidos sin ver puerta, y su juego se puede explicar a través de la apatía.
Dani Gómez es un futbolista de muchos toques, quizá uno o dos más de los que debería. Ágil en sus movimientos, sus prestaciones se han visto reducidas al son de su protagonismo sobre el verde. Ante la SD Eibar, sus minutos describen una sensación de indiferencia, de desánimo. Algo perezoso en los esfuerzos, el madrileño vivió el partido bajo otro prisma, a menos revoluciones de lo que podía exigir el contexto.
El mejor ejemplo, tras el 2-2
El cabezazo de Poussin supuso un delirio colectivo en La Romareda. La inmensa mayoría de los allí presentes explotaron tras el tanto del empate, menos uno. Dani Gómez, ubicado en el segundo palo, vivió el mágico gol del arquero con una indiferencia casi preocupante. Como si la cosa no fuese con él, el delantero zaragocista ni se inmutó y, tras unos segundos, inició una tímida carrera hacia el lugar donde celebraban sus compañeros de equipo.