ZARAGOZA | Si bien el Real Zaragoza cuenta todos sus amistosos por victorias, la pretemporada revela un problema estructural, un mal mayor. La preparación del conjunto aragonés se explica a través de la intensidad, también a través del volumen de sesiones y partidos. Todo ello describe un elevado número de factores, de alegrías y contratiempos. El inconveniente más visible radica en la parte central de la defensa, una zona maldita en la pretemporada.
El primero en caer fue Sebastian Kosa. Tras disputar 45 minutos ante el filial, el club notificó una lesión en su menisco de la que sería inmediatamente intervenido. El eslovaco estará fuera durante unos meses, en una situación desgraciadamente recurrente para él desde que recaló en la entidad zaragocista. Posteriormente, la enfermería recibió un futbolista más: Aleksandar Radovanovic. El serbio, tan solo unos días después de su llegada, sufrió un percance en Tarazona. El defensor culminó los infortunios del inicio con una mala caída y su tobillo sufrió un esguince del cual se encuentra recuperando. No obstante, dicha lesión no reviste gravedad, por lo que todo indica que podrá estar disponible para el primer encuentro liguero.
El último zaguero en caer lesionado fue Tachi, el primero de los dos fichajes acometidos para la posición de central. En una jugada también desafortunada en el Nou Estadi, erró en el despeje y Marcos Baselga cayó sobre él. Con visibles gestos de dolor, abandonó el terreno de juego alegando molestias en una de sus rodillas. El club no se ha pronunciado con respecto a una posible lesión, por lo que los plazos todavía se desconocen. De esta manera, el Real Zaragoza afronta sus últimos duelos con una nómina de centrales distinta, con sello de cantera, formada por Borge, Carrillo, Saidu -que se erige como la sensación de la pretemporada- y Barrachina.