La figura del joven ariete tuvo verdadera relevancia a principio de temporada cuando Anquela lo utilizaba como pieza de revolución, es decir, empezar siendo suplente para salir en las segundas partes y poder dañar al rival. La idea era buena; es más, funcionaba a la perfección y se ejecutaba con gran éxito. Cmiljanic salía al campo con fuerza, tiraba de juventud y chispa, el fútbol fluía por sus botas y generaba juego y ocasiones. Sin embargo, la confianza que el técnico jienense depositaba sobre sus hombros anteriormente ahora ya no existe.
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Los datos reflejan que a medida que han ido pasando las jornadas, el montenegrino ha ido perdiendo minutos y confianza. En los 5 primeros partidos del curso, Cmiljanic tuvo minutos saliendo desde el banquillo, incluso fue titular en el partido copero frente al Girona en El Alcoraz. A partir de ahí, su protagonismo fue a menos y no tuvo ni un solo minuto frente al Elche y Valladolid, y contra el Almería se quedó sin ni siquiera vestirse de corto. Su última aparición en un terreno de juego fue en Mallorca, en la dura derrota del Huesca por 3-0.
Por último, en los últimos 4 partidos de los azulgranas, Boris ha sido desconvocado en 2 (Getafe y Reus) y no ha jugado, estando convocado, frente a Mirandés y Cádiz. Los datos reflejan una clara evidencia y es que el bueno de Boris no las tiene todas consigo. Un jugador que ahora mismo está muy por detrás de Borja Lázaro y Urko Vera (al menos para Anquela) y que deberá recuperar su confianza si quiere triunfar en tierras oscenses.