ZARAGOZA | Gaëtan Poussin sigue siendo un tema central en el zaragocismo. Hoy, después de no jugar un solo minuto en el duelo ante la SD Huesca, ha sido noticia en la primera práctica de la semana. El portero francés no ha estado con el equipo este lunes. Según ha podido saber este medio, estaba en La Ciudad Deportiva y se ha entrenado al margen de sus compañeros. El motivo que puede justificar esa ausencia es un sustantivo muy socorrido: precacución. Ya sea por esa idea o por otra, Poussin no ha saltado al campo de entrenamiento en un día simbólico. En el estreno del portero Adrián Rodríguez, recién llegado a Zaragoza, procedente del Alavés. Poussin completó su último entrenamiento el viernes y Gabi Fernández utilizó a Manuel Obón, al que previsiblemente quiso premiar por su trabajo en pretemporada, en el duelo ante la SD Huesca. Ese fue uno de los motivos escritos en la versión oficial. Pero podía no ser el único. Sin molestias notificadas, queda claro algo que ya avanzó este medio hace algunos días: hay caso Poussin.
En el fondo, siempre lo ha habido. Y en su historia caben nuevos capítulos, entregas e intrigas. «La portería está para reforzarla, no para debilitarla», dijo Txema Indias la última vez que se le preguntó de manera directa por Poussin. Ahora, engrosada con esa pieza más que siempre buscó, todo indica que la imagen de la portería no está completa. Poussin ha vivido, un verano más, un mercado complejo. Posiblemente, el meta francés no ha sentido la valoración total del cuerpo técnico y de la dirección deportiva. Consciente de todas las noticias y de los intentos del club en la portería, entendió muy pronto que podía ser una pieza prescindible en este Zaragoza. Según ha contado Heraldo de Aragón en las últimas horas, su agencia sondeó al club en busca de una renovación de su contrato. Supo entonces que no había un gran interés en que fuera parte del futuro, tampoco demasiado en el equipo que viene.
Gaëtan Poussin, mil historias en una sola
La historia de Gaëtan Poussin en Zaragoza podría aparecer en todas las páginas de los periódicos. Y, con todo lo que ha pasado después y aún queda por pasar, quizá fue filmada demasiado pronto. Capaz de vivir una recuperación milagrosa, en su historia nunca entraron los matices. Todo fue cielo o infierno, magia o conjuro, pifia o milagro. A veces, en un mismo partido. Y el Eibar sirve como el mejor de los ejemplos. Aquel día protagonizó un fenómento paranormal: tembló con las manos y reinó con la cabeza. Especialista desde los once metros, el año pasado demostró que en el fútbol también se puede olvidar. Nadie escaló desde tan abajo para hacerse con un sitio en la portería de La Romareda. Y Poussin recuperó su autoestima hace un año, cuando ya había empaquetado su vida entera en unas cajas. Esa reconquista empezó, curiosamente, en el Nou Estadi, en el estadio en el que quizá pudo jugar su último partido.
Con su recuperación conquistó el cariño del gran público, pero nunca convenció a todos los críticos. Cómodo en lo extraordinario y perezoso en lo cotidiano, Poussin pensó hace tiempo que su salida estaba encima de la mesa. Como en las grandes peleas, nunca se sabrá del todo quién tiró la primera piedra. Ni siquiera hace falta. Pero sí que puede decirse que Poussin está otra vez cerca de la puerta de embarque, como ha sucedido en 3 de los 4 mercados en los que ha vivido en Zaragoza. El fútbol siempre demuestra que nada está escrito y mucho más en historias como la de Gaëtan Poussin, que se ha acostumbrado a deshacer lo que ya dijo o a cambiar lo que parecía definitivo.
Sí que puede añadirse un último dato a esta historia. El pasado viernes Gaëtan Poussin dijo en voz alta lo que llevaba tiempo pensando. El portero francés insinuó que el del viernes era su último entrenamiento con el Real Zaragoza. De momento, la frase de aquel día sigue vigente para este lunes. Está por ver cómo se resuelve el relato: para lo bueno y para lo malo, con Poussin nunca se supo lo que podía pasar mañana.