ZARAGOZA | El Real Zaragoza se jugará su suerte en la última vez de La Vieja Romareda, en lo que parece un final circular, un guiño del tiempo. Lo hará ante el Deportivo de la Coruña, enemigo declarado en las últimas temporadas. El enfrentamiento parece ya difícil de reconducir y para entender esas batallas hay que retroceder en el tiempo. Como en todas las enemistades, la historia se reduce a una primera afrenta que ya todo el mundo ha olvidado. Después le siguieron dos o tres que una parte recuerda de manera remota y una última que todo el mundo tiene presente.
En ese contexto llegará el Depor a Zaragoza, 25 años después de su Liga. Lo hará en su regreso a Segunda División, 5 años después de un partido simbólico para todo el zaragocismo. Ese duelo se vivió un par de semanas antes de que una pandemia detuviera el mundo. Y fue el último gran sueño de La Vieja Romareda, dispuesta ahora a ofrecer un último servicio: salvarle al Real Zaragoza la vida misma.
Un último partido antes de la pandemia
No hace falta recordarlo demasiado, pero tras ese encuentro todo se empezó a torcer. Como en esta ciudad se concentran dos cosas, o la magia o las desgracias, La Covid apareció en el punto exacto en el que el Zaragoza volaba hacia Primera División. El fútbol se reanudó y nada fue lo mismo. Ni para uno ni para otro. El Depor descendió al infierno y el Zaragoza se mantuvo en el suyo propio.
El guion ha cambiado y el Real Zaragoza lucha por la permanencia. En el otro lado del relato, el Deportivo de la Coruña se ha salvado sin apuros en su regreso al fútbol de plata. Hoy presume de una generación propia, desacomplejada y llena de talento, que exportará a su mejor futbolista a muy buen precio. Con ese dinero, Lendoiro haría virguerías, algunas ocultas y otras públicas, meritorias y reconocidas. La frase anterior puede parecer una licencia. Pero para entender el conflicto entre Zaragoza y Deportivo de la Coruña, también hay que hablar de Lendoiro, de Agapito Iglesias, de Lafita, de Gabi Fernández y un relato interminable.
Real Zaragoza y Deportivo de la Coruña, el origen de una historia
Los enfrentamientos entre Real Zaragoza y Depor tuvieron durante mucho tiempo un matiz estrictamente futbolístico. Sin ir más lejos, se midieron en La Recopa del 96 en un ambiente de respeto. Si entonces se disputaban algo era un sobrenombre y un título simbólico: ser el equipo de todos. Simpáticos para el aficionado neutral, Lendoiro y Solans escribieron relatos propios en el fútbol español. Desarrollaron equipos que practicaban un fútbol atractivo, capaces de reclutar estrellas en ciernes y de desafiar el orden establecido.
En Coruña recuerdan que celebraron tres triunfos del Real Zaragoza. La Recopa de París y las dos victorias en finales ante el Celta, en el Calderón en el 94 y en La Cartuja en 2001. Un año antes de la penúltima Copa blanquilla, Zaragoza y Depor habían vivido un duelo directo en la cima del fútbol español. El título se quedó en Coruña, mientras el Zaragoza perdió pie en las últimas jornadas hasta ocupar el cuarto lugar. El Real Madrid le arrebató la oportunidad de disputar la Champions al vencer al Valencia en la final, en una de los mayores injusticias que ha sufrido el club en la historia.
La relación entre los clubes empezó a torcerse seis años más tarde y tuvo varias negociaciones como el principio de sus disputas. Tras el traspaso de Gabriel Milito al Barcelona, el Zaragoza quiso reforzar su zaga con dos piezas de aquel Depor. Los intentos por Coloccini y Lopo fueron siempre rechazados, incluso cuando el club aragonés llegó a ofrecer una cantidad próxima a los diez millones de euros por el argentino. Eran tiempos de grandes aspiraciones, con Agapito Iglesias en la propiedad. Lendoiro siempre desconfió de él, hasta elevar sus sospechas a las instancias oficiales.
El caso Lafita y otras denuncias
En 2008, el Real Zaragoza y el Deportivo de la Coruña se midieron en uno de esos encuentros que hizo visible su antipatía. Ganó el Zaragoza, que peleaba de forma agónica por la salvación, mientras el Depor aún soñaba con Europa. Lo hizo en un partido plagado de batallas, en el preludio de una disputa en tribunales, que tuvo a Ángel Lafita como protagonista. El canterano había salido dirección Riazor para jugar algunas de las mejores temporadas de su vida. En la operación, el Real Zaragoza se reservó una opción de recompra por valor de dos millones de euros. La ejecutó a falta de diez minutos para que cerrara el mercado de fichajes y el Deportivo interpretó que por no haberla ejercido antes del 30 de junio le correspondía una cantidad mayor (3´5 millones más IVA).
A esa queja le siguió una larga batalla legal (el Depor llegó a presentar hasta nueve demandas diferentes) y en ese tiempo se vivieron dos salvaciones milagrosas, donde Lafita fue esencial. El Depor, que descendió en 2011, se sintió directamente perjudicado. El club gallego lideró junto a La Liga una persecución por el supuesto amaño del Levante-Real Zaragoza de la última jornada. Aquel partido situó, por cierto, a Gabi Fernández en el lugar de los héroes.
En un proceso interminable, la justicia acabó exculpando al Real Zaragoza como persona física y a los 36 acusados. Condenó a Agapito Iglesias y Mariano Porcar por un delito de falsedad documental, pero el amaño que persiguieron Javier Tebas y Augusto César Lendoiro nunca fue probado. La sentencia no convenció del todo a la afición coruñesa y en pleno proceso judicial apareció una pancarta en Abegondo, con una frase difícil de olvidar: “año tras año, el maletín salva al maño”.
Real Zaragoza y Deportivo, una petición dolorosa
En el verano de 2011, el Real Zaragoza entró en concurso de acreedores y se llegó a cifrar su deuda en una cantidad superior a los 150 millones de euros. El Deportivo de la Coruña solicitó su descenso administrativo y cruzó una frontera difícil de reparar. A partir de ese momento la enemistad se trasladó también a las gradas, con algún encuentro entre los ultras de ambos equipos. Pero sobre todo con cánticos recurrentes, insultos de ida y vuelta, afrentas públicas, ataques a la ciudad y los símbolos religiosos. En 2017, con el ascenso del Zaragoza todavía en juego, el Deportivo cerró la contratación de Natxo González, el arquitecto de un equipo de autor. Aquel Zaragoza, como todos los anteriores y los siguientes en estos doce años, se quedó a las puertas.
En el último duelo en Riazor, La Liga denunció hasta seis cánticos ofensivos contra Zaragoza y sus símbolos. Cinco meses después, el equipo maño despedirá La Romareda ante el Depor, en lo que siempre parecerá una batalla de primera en una liga de segunda. En su rival tiene la mejor advertencia, un descenso que evitar a toda costa, y también una sola meta: una salvación al alcance de su mano. Los dos coincidirán en el adiós de La Romareda, en lo que ya parece un capricho de este juego, un guiño del tiempo. Tan cerca y a la vez tan lejos, los dos clubes viven versiones de la misma historia y pelean por un único objetivo: volver a ser exactamente lo que fueron.