ZARAGOZA | El gol de Gaëtan Poussin fue una explicación perfecta del mundo en el que vive el Real Zaragoza. El equipo se resume desde la locura, a través de fenómenos paranormales, de un trastorno bipolar. Es un equipo que puede hacerlo todo mal y todo bien en un mismo partido. Un club que puede estar maldito y bendecido el mismo día. El duelo ante el Eibar es uno más en un catálogo lleno de ejemplos. Estuvo gafado en la primera mitad y encontró su magia en el descuento. A la suerte también le llaman grada. Su afición siempre fue su mejor estrella. La diferencia es que ahora parece más evidente que nunca.