También supuso que se alargase la racha de invicto a 9 partidos desde la derrota en el derbi aragonés a principios de febrero, habiendo conseguido 21 puntos de los últimos 27 posibles. El objetivo del equipo de Anquela era el de la salvación, meta que consiguió cuando quedaban aún 27 puntos por disputarse. Vencer aquel partido supuso afianzarse en unas posiciones muy privilegiadas, que posteriormente valdrían una eliminatoria para pelear por ascender a Primera División.
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El sueño fue destruido por el Getafe de Bordalás. A pesar de haber plantado cara en la ida sacando un empate en El Alcoraz, los madrileños se hicieron fuertes en el Coliseum y sentenciaron la eliminatoria con un 3-0.
Actualmente, el Huesca se encuentra en una situación bastante similar. De ganar en tierras catalanas significaría volver a la senda de la victoria después de 3 partidos sin conseguirlo. Tras dos salidas con resultados negativos, también significaría volver a ganar a domicilio, que hace falta. En el caso de conseguir los 3 puntos y que los rivales de atrás pinchasen, los de Rubi aventajarían en 8 puntos al Rayo Vallecano, segundo, y en 10 al Granada, tercero. O, por lo menos, se asegurarían mantener la ventaja.
Mismo contexto y mismo encuentro para el Huesca para dar un golpe en la mesa y decir a todos los perseguidores que el ascenso no es un sueño, sino una realidad y un objetivo precioso. De nuevo, como aquél 9 de abril, se espera que la presencia de la Marea Azulgrana en Reus sea masiva, por lo que los azulgranas no estarán solos para afrontar un partido muy clave en las aspiraciones de la escuadra altoaragonesa.