HUESCA | A sus 34 años, Rodrigo Corrales regresa este domingo al Palacio de los Deportes de Huesca. Lo hará como capitán de la selección española de balonmano con Letonia como rival. Vuelve a la que fue su casa durante dos temporadas. Aquí contribuyó en la temporada 2013/14 a dejar al equipo en cuarta posición, coger billete para competición europea, jugar la final de la Copa del Rey y emprender un vuelo que le deja ahora en el MKB Veszprém húngaro, tras haber defendido anteriormente los escudos del Wisla Plock polaco y el francés PSG.
Sigue pendiente de lo que hace el BM Huesca. Casi es de lo primero que habla y se interesa porque ni que decir tiene que quiere, más allá de que salve la categoría, que el club siga forjando jugadores, que mantenga potente el trabajo por este deporte. En Huesca tiene buenos amigos. Marco Escribano -con especial recuerdo para su padre-, Marco Mira y Fernando Pérez salen durante la conversación.
Está acostumbrado a jugar en pabellones con gradas llenas y pasionales. No obstante, al de Cangas le hace especial ilusión que este domingo más de 4.000 aficionados animen al equipo en Huesca. Pero no le extraña. “Huesca es una tierra de deporte”, reconoce. Sabe que ver a la selección española en directo sobre ese 40×20 es una buena oportunidad para hacer afición, para que más gente se acerque al balonmano.
Como el más veterano del equipo, Corrales luce el brazalete de capitán. No comparte portería con su gran amigo Gonzalo Pérez de Vargas, que se recupera de una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. “Hoy mismo le he llamado. Somos grandes amigos. Hemos convivido muchas cosas nosotros y nuestras familias. Y cuando uno está lesionado esa unión va a más”, entrecomilla. El portero es consciente de que el deporte de elite va muy deprisa. Hay muchas cosas que te obligan a estar al cien por cien, que se hace difícil parar y reflexionar. A pesar de ello, siempre ha defendido que “el mejor legado que tiene esta profesión es el lado humano y es de lo que más disfruto”. Lo defendía cuando llegó a Huesca en 2012 cedido por el Barça y lo mantiene igual ahora con una hoja de servicios extensa y jalonada de grandes éxitos.
Rodrigo Corrales es correa de transmisión entre un equipo que hizo tanta historia con otros con hambre por conseguir también grandes resultados. Él lo ve con “naturalidad”. “Hemos aprendido de muchos jugadores como Raúl (Entrerríos), Viran (Morros), Julen (Aguinagalde), Dani Sarmiento… te podría decir todos. Y nuestra responsabilidad es transmitir a los jóvenes eso, darles apoyo… Como bien dice Jordi Ribera venir a la selección no es un regalo sino un merecimiento”.
Ahora, el objetivo es redondear la semana con otra victoria. Y, sobre todo, recalca el capitán de la española “con buen juego”. Letonia es cierto que no tiene el nombre de otras selecciones, pero puede complicar las cosas a la selección española. “No voy a engañar a nadie; haciendo las cosas bien somos mejor equipo, pero también es cierto que somos un equipo joven. Hoy en día es imposible predecir las cosas porque todo está más igualado. Letonia perdió de uno contra Serbia y está mostrando un buen nivel. Eso nos hace estar en alerta y Jordi no baja el pie del acelerador. Tiene que ser un día para respetarnos a nosotros mismos, a nuestro trabajo y salir desde el principio enchufarnos; por nosotros y por quien ha apostado por traernos a Huesca para que sean muchas más veces”.
Y mientras los jóvenes de la selección han salido a dar una vuelta después de cenar, Rodrigo Corrales se dispone a jugar al parchís, “siempre que puedo con el verde, mi color favorito que es el de la esperanza”, dice con una sonrisa, con Miguel Magallón de compañero contra Kauldi Odriozola e Imanol Garciandia, “que están fatal”, afirma entre risas.